El Brujo, el Hada y la Magia de la Amistad



En un hermoso bosque escondido entre montañas, vivía un Brujo llamado Salomón. Tenía un aspecto peculiar: su barba era gris como las nubes de tormenta, y siempre llevaba un sombrero de picos de color negro. Aunque la mayoría de los animales y criaturas del bosque le tenían miedo, Salomón no era malo; simplemente, guardaba un secreto que lo hacía especial.

Un día, mientras Salomón preparaba una poción con hojas brillantes y flores de colores, una pequeña hada llamada Lira se acercó volando. Ella era todo lo contrario a Salomón, pues su luz iluminaba el oscuro bosque.

"¿Quién sos?" - preguntó Lira con curiosidad, posándose en una rama cercana.

"Soy el Brujo Salomón, y estoy trabajando en una poción muy importante" - respondió Salomón, algo sorprendido de que nadie volara también a su lado.

Lira, con sus alas destellantes, decidió acercarse un poco más "¿Puedo ayudarte?" - ofreció, entusiasmada por aprender.

"No te acerques, pequeña hada. La magia de la oscuridad puede ser peligrosa" - advirtió Salomón, sin querer herir sus sentimientos.

"Pero quiero aprender sobre esa magia. No tengo miedo" - insistió Lira, esbozando una sonrisa llena de esperanzas.

Después de pensarlo bien, Salomón aceptó la oferta de Lira y comenzaron a trabajar juntos. Día tras día, el hada volaba alrededor del Brujo mientras él le enseñaba sobre ingredientes misteriosos y palabras de poder. Sin embargo, el bosque estaba lleno de criaturas que susurraban rumores sobre la magia oscura que él practicaba.

Un buen día, una sombra oscura apareció entre los árboles. Era un dragón de escamas brillantes y ojos rojos que se acercaba volando. Al ver al Brujo y al Hada juntos, rugió con incertidumbre.

"¿Por qué estás con ese Brujo? Él es peligroso, ¡puede destruir el bosque!" - dijo el dragón, ahogando su propio miedo.

Lira voló frente al dragón, desafiándolo "Salomón no es malo. Está enseñándome sobre la magia y la amistad".

"¿Cómo puedes confiar en alguien como él?" - replicó el dragón, mirando con desconfianza a Salomón.

Salomón, con calma, explicó "La verdadera magia no está en el poder que uno posee, sino en cómo lo usamos. La oscuridad puede ser útil y hermosa, pero eso depende del corazón que la administre".

"¿Cómo puedes mostrarme que no eres una amenaza?" - preguntó el dragón, intrigado.

"Déjame demostrarlo. Te propongo un reto: vamos a trabajar juntos para crear algo hermoso con la magia que tengo" - propuso Salomón. Lira se unió a la propuesta, emocionada por formar parte de este nuevo descubrimiento.

Y así, juntos, los tres comenzaron a trabajar: el Brujo conjuró sombras que danzaban, el Hada brilló con luz, y el dragón, al volar en círculos, esparció escamas brillantes que se convirtieron en estrellas.

La magia se transformó en un espectáculo maravilloso que iluminó todo el bosque, y los animales que antes temían a Salomón ahora se acercaron a admirar la sorprendente colaboración.

"Miren, él no es un enemigo. Vino a mostrarnos el poder de la unión" - dijo el dragón, asombrado por lo que habían logrado juntos.

Fue un momento de transformación; el bosque, que había estado sumido en la oscuridad del miedo, comenzó a resplandecer con colores vibrantes y risas de alegría.

"No se trata de lo que creemos que somos, sino de lo que elegimos ser en la vida" - reflexionó Salomón, quien nunca había sentido tanto cariño.

"¿Te gustaría formar parte de nuestra comunidad?" - preguntó Lira emocionada al dragón.

A partir de ese día, Salomón, Lira y el dragón se convirtieron en amigos inseparables, y juntos formaron un nuevo rincón de alegría y magia en el bosque, demostrando que la luz y la oscuridad pueden coexistir y que la amistad puede transformar cualquier corazón.

Así, el bosque floreció, y Salomón, el Brujo de la magia oscura, se convirtió en el protector del bosque, enseñándole a todos que lo importante no es el color de la magia, sino la bondad que llevamos dentro.

FIN.

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