El buen lobo y Caperucita amiga



Érase una vez, un lobo que vivía en un frondoso bosque. A pesar de su aspecto temible, era un lobo bueno y generoso, que se preocupaba por los demás animales del bosque. Sin embargo, todos lo temían porque creían que los lobos eran peligrosos. Un día, mientras paseaba, se encontró con una dulce niña llamada Caperucita Roja, que llevaba una canasta llena de golosinas para su abuela que vivía en una cabaña al otro lado del bosque.

"Hola, Caperucita, ¿a dónde vas con esa canasta tan linda?" - le preguntó el lobo, tratando de no asustarla.

"Voy a visitar a mi abuelita, ella vive en una cabaña y siempre me espera con un plato de sopa caliente", respondió Caperucita, sonriendo.

"¿Puedo acompañarte? Te prometo que no te asustaré ni te haré daño" - sugirió el lobo, con voz suave.

Caperucita dudó por un momento, pero sintió que el lobo no era como los otros que le habían contado. Así que, sorprendida, decidió aceptarlo.

A medida que caminaban, se hicieron buenos amigos. Caperucita le contaba sobre su vida y sus aventuras, y el lobo le contaba sobre los secretos del bosque. Pronto, rieron y jugaron mientras cruzaban los árboles y arbustos. Pero, de repente, apareció un cazador.

El cazador, que había estado siguiendo al lobo, gritó:

"¡Alto, lobo! ¡Hoy será tu último día!"

Caperucita se interpuso entre el cazador y el lobo, gritando:

"¡Espera! No le hagas daño, él es mi amigo."

El cazador, sorprendido, preguntó:

"¿¡Tu amigo! ? Pero es un lobo, Caperucita. ¡Son peligrosos!"

"No es así, él es diferente. Es bueno y me está acompañando a ver a mi abuelita. También quiere ser amigo de todos, hasta de ti. ¿No podrías darle una oportunidad?" - insistió Caperucita.

El cazador, viendo la sinceridad en los ojos de Caperucita, decidió bajarse del árbol en el que estaba escondido. "Pero, ¿y si lo que dicen es verdad y me ataca?" - dijo con dudas.

Caperucita respondió con una gran sonrisa:

"Porque si lo hiciera, yo siempre estaría aquí para protegerlo. Además, veo que a él le gustan las flores y los juegos. No puede ser malo".

El cazador pensó en la propuesta de la niña y decidió actuar. "Está bien, voy a dejar que hablemos" - dijo. Se acercó al lobo y, con voz más suave, continuó:

"¿Por qué no nos cuentas qué haces entre los árboles?".

Los tres se sentaron en una piedra grande, y el lobo se atrevió a hablar:

"Yo solo quiero vivir en paz y ayudar a otros. A menudo, ayudo a los animales que se pierden en el bosque".

Después de escuchar al lobo, el cazador se dio cuenta de que no era el monstruo que había imaginado.

"Quizás he sido muy apresurado. Te pido disculpas" - dijo el cazador, mientras extendía la mano al lobo.

El lobo, un poco sorprendido pero feliz por el gesto, aceptó su mano.

"Gracias, amigo cazador. Solo quiero ser amigo de todos".

De repente, Caperucita tuvo una idea brillante:

"¿Qué tal si vamos a la casa de mi abuelita y hacemos una gran sopa juntos?" - sugirió emocionada.

Los tres decidieron seguir el camino hacia la cabaña. Una vez allí, la abuelita, al ver a su nieta con el lobo y el cazador, preguntó curiosa:

"¿Y quiénes son tus amigos, Caperucita?".

Caperucita respondió:

"Son muy buenos. Este es el lobo, y el cazador que pensaba que él era malo, pero ahora son amigos".

La abuela sonrió y los invitó a entrar:

"Siéntense, haré una deliciosa sopa para todos."

Mientras la abuela cocinaba, los tres se sentaron a conversar. El cazador compartió historias de su vida en el bosque, y el lobo contó sobre sus aventuras. Después de un rato, la abuelita trajo tazones con humeante sopa. Todos disfrutaron del platillo, riendo y compartiendo un rato agradable.

Desde aquel día, el cazador, el lobo y Caperucita se convirtieron en grandes amigos. El cazador aprendió a ver la bondad en el lobo y juntos cuidaban el bosque, asegurándose de que todos estuvieran a salvo. El lobo, por su parte, no solo se ganó la confianza de Caperucita, sino también del cazador y del pueblo.

Así, el buen lobo, la dulce Caperucita y el comprensivo cazador demostraron que las apariencias engañan y que la verdadera amistad puede florecer en los lugares más inesperados. Y todos vivieron felices en el bosque, rodeados de amor y solidaridad.

Fin.

FIN.

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