El búho y la mariposa



Había una vez en un frondoso bosque de la Patagonia, un simpático búho llamado Baltasar.

A Baltasar le encantaba pasar las tardes posado en una rama alta observando alegremente el revoloteo de las mariposas de colores que danzaban entre los árboles. Un día, mientras observaba a las mariposas, notó que una de ellas volaba con dificultad y parecía estar herida. Sin dudarlo, Baltasar decidió acercarse para ayudarla.

La mariposa se llamaba Violeta y le explicó que había tenido un accidente y su ala estaba lastimada. "¡Oh no! ¿Estás bien, Violeta? Voy a cuidarte hasta que te recuperes", dijo gentilmente Baltasar.

El buho construyó un pequeño refugio con hojas y ramitas para Violeta y la cuidó con cariño, trayéndole néctar de flores para alimentarse y contándole historias sobre sus viajes por el bosque. Con el paso de los días, la alita de Violeta sanó gracias a los cuidados de Baltasar.

La mariposa estaba tan agradecida que decidió invitarlo a volar junto a ella por el bosque como muestra de aprecio. "¡Baltasar, sube a mi espalda! Te llevaré a dar un paseo por el cielo azul", exclamó emocionada Violeta.

El búho se aferró con sus garras al cuerpo delicado de la mariposa y juntos emprendieron un vuelo mágico entre los árboles del bosque. Desde lo alto, pudieron contemplar la inmensidad del paisaje verde y sentir la brisa fresca acariciando sus rostros.

Durante su travesía, se encontraron con otros animales del bosque como el zorro astuto, el conejo saltarín y la ardilla traviesa; quienes al verlos juntos quedaron sorprendidos por tan inusual amistad entre un búho y una mariposa.

Al regresar al árbol donde se conocieron, todos los animales celebraron su amistad con una fiesta llena de bailes y risas. Desde ese día en adelante, Baltasar y Violeta se convirtieron en inseparables amigos que compartían aventuras y alegrías en cada rincón del bosque.

Y así fue como aquel búho admirador de las mariposas descubrió que la verdadera belleza está en ayudar al prójimo sin importar las diferencias; demostrando que la amistad puede surcar los cielos más altos e iluminar los corazones más oscuros.

FIN.

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