El Burro Alado de Serón



En el pintoresco pueblo de Serón, donde las montañas acarician el cielo y los ríos cantan suavemente, vivía un burro llamado Bartolo. Este no era un burro común; Bartolo tenía alas grandes y coloridas que parecían de un arcoíris. Aunque los habitantes del pueblo lo querían mucho, algunos lo miraban con recelo.

Una tarde, mientras Bartolo paseaba por el campo, escuchó un grito desgarrador. Al acercarse, vio a una niña llamada Clara, que había perdido su conejo mascota, Pelusa.

"¡Ayuda, ayuda! No puedo encontrar a Pelusa, y tengo miedo de que se haya perdido en el bosque oscuro" - exclamó Clara, sollozando.

Bartolo, siendo un burro muy gentil, le dijo:

"No temas, Clara. Yo puedo volar y buscar a Pelusa desde el aire. ¡Vamos juntos!"

Clara, aunque sorprendida, vio la bondad en los ojos de Bartolo.

"¿De verdad puedes volar?" - preguntó, asombrada.

"Sí, claro. Sube sobre mi lomo y te llevaré a buscarlo" - respondió Bartolo, mostrando una gran sonrisa.

Clara subió a su lomo y, con un batir de alas brillantes, Bartolo se elevó por encima del bosque. Desde las alturas, miraron juntos hacia abajo.

"¡Mirá, Clara! Hay un claro allí. Tal vez Pelusa esté jugando entre las flores" - dijo Bartolo, apuntando con su pata.

El burro alado voló en esa dirección, pero al llegar, no encontraron a Pelusa. Entonces, Bartolo tuvo una idea.

"Vamos a preguntar a los animales del bosque. Tal vez ellos hayan visto a tu conejito" - sugirió.

Primero se encontraron con un cervatillo.

"Perdón, cervatillo. ¿Has visto un conejo blanco llamado Pelusa?" - preguntó Clara.

"Sí, lo vi saltando cerca del arroyo, pero se adentró en el bosque profundo" - respondió el cervatillo, con una mirada preocupada.

"Eso suena peligroso" - dijo Bartolo, con una leve preocupación. Pero Clara lo miró con determinación.

"No puedo darme por vencida, Bartolo. ¡Vamos a buscarlo!" - exclamó.

Con gran valentía, Bartolo voló más cerca del bosque profundo, donde la luz apenas llegaba. Al volar, Clara notó algo extraño. El aire se volvió frío y espeso, y se sentía algo de inquietud alrededor.

"¿Estás bien, Bartolo?" - preguntó Clara, un poco asustada.

"Estoy bien, pero parece que el bosque guarda secretos oscuros" - confesó el burro con alas.

De repente, escucharon un ruido misterioso, como un susurro.

"¿Quién anda ahí?" - preguntó Bartolo, bastante curioso.

"Soy el guardián del bosque, y no está bien que alguien entre sin permiso" - respondió una sombra oscura que apareció entre los árboles.

Clara sintió miedo, pero Bartolo, con su corazón valiente, le dijo:

"No estamos aquí para hacer daño. Solo buscamos a Pelusa, el conejito que se perdió".

"¿El conejo?" - soltó la sombra, ahora revelando una forma más amistosa, "Sí, lo vi correr. Si quieren encontrarlo, deben demostrar que poseen un buen corazón y que son valientes".

“¿Cómo podemos demostrarlo? ”, preguntó Clara con ansiedad.

"Debes resolver el acertijo de la amistad: Dime, ¿qué es lo que siempre se da y nunca se devuelve?" - dijo la sombra, mirándolos fijamente.

- Clara pensó por un momento y dijo:

"¡Es la confianza! Siempre podemos confiar en los amigos".

"¡Correcto! Pueden continuar su búsqueda. Pelusa está escondido en la cueva cerca del arroyo, pero tengan cuidado" - dijo la sombra, ya transformándose de nuevo en un árbol.

Bartolo y Clara regresaron a volar hacia el arroyo.

"Gracias, Bartolo, por acompañarme. No sé qué haría sin vos" - decirle Clara, sonriendo.

"Y yo estoy feliz de ayudarte. Nuestros corazones son más fuertes juntos" - contestó Bartolo, sintiéndose orgulloso.

Finalmente, llegaron a la cueva y, después de hablar un poco, encontraron a Pelusa, temblando pero sano y salvo. Clara abrazó a su conejito.

"¡Gracias, Bartolo, por ser el mejor amigo del mundo! Nunca subestimaré tus alas de nuevo" - sonrió Clara mientras regresaban a casa.

"Y yo nunca dejaré de volar para proteger a mis amigos" - respondió el burro con alas, lleno de alegría.

A partir de ese día, Clara y Bartolo se convirtieron en los mejores amigos y juntos aprendieron que la valentía y la amistad todo lo pueden. Y así, los habitantes del pueblo de Serón comenzaron a ver a Bartolo no solo como un burro con alas, sino como un verdadero héroe.

Desde entonces, Bartolo siguió volando por el pueblo, ayudando a quienes lo necesitaban, y su aventura fue un recordatorio para todos de que la amistad y la valentía pueden enfrentar los más oscuros miedos.

FIN.

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