El burro de Navidad



Había una vez un burro llamado Mensajero que vivía en un pequeño pueblo de Argentina. Era un burro muy especial, ya que tenía la habilidad de hablar y entender a las personas.

Un día, mientras paseaba por el campo, Mensajero escuchó un rumor sobre el nacimiento de alguien muy importante en Belén. Curioso por conocer más detalles, decidió ir hacia allí para ver qué estaba sucediendo.

Luego de varios días de viaje, llegó a Belén y se encontró con una multitud reunida alrededor de un establo. Allí, vio a María y José junto a un bebé envuelto en pañales. Al instante supo que ese niño era especial.

Mensajero se acercó tímidamente y preguntó: "¿Qué está pasando aquí?"María sonrió amablemente y respondió: "Acabamos de tener un hijo muy especial, Jesús". El corazón del burro se llenó de alegría al escuchar aquel nombre tan significativo. Sabía que debía proteger y cuidar al niño.

Los días pasaron y Mensajero se convirtió en el fiel compañero tanto de Jesús como de sus padres. Los ayudaba llevando agua del pozo, reagarrando leña e incluso les daba paseos por los campos cercanos.

Un día, mientras caminaban juntos cerca del río, oyeron unos gritos desesperados provenientes del otro lado. Era una madre angustiada buscando a su hija perdida entre la maleza densa. Jesús miró compasivamente a la mujer y le dijo: "No te preocupes, encontraré a tu hija".

Mensajero, sabiendo que Jesús tenía un don especial, se ofreció a ayudar. Con su agilidad y conocimiento del terreno, el burro guió a Jesús hasta la pequeña niña perdida.

La madre estaba tan feliz de ser reunida con su hija que no podía dejar de dar gracias a Mensajero y a Jesús por su valiosa ayuda. Desde ese día, Mensajero se convirtió en un héroe en el pueblo. Todos lo admiraban por su inteligencia y nobleza.

Pero él sabía que todo lo hacía para servir a Jesús y llevar alegría a las personas que lo rodeaban. Pasaron los años y Mensajero siguió acompañando a Jesús en sus viajes y aventuras.

Juntos ayudaron a sanar heridas, consolaron corazones rotos e inspiraron esperanza en aquellos que estaban desanimados. Finalmente, llegó el día en que Jesús debía cumplir su misión en la Tierra.

Mensajero estuvo presente durante toda la crucifixión, sintiendo un profundo dolor al ver sufrir a su amigo. Pero incluso después de la muerte de Jesús, Mensajero continuó llevando mensajes de amor y esperanza al mundo. Nunca dejó morir el legado de bondad que había aprendido junto a él.

Y así fue como el burro llamado Mensajero se convirtió en una leyenda eterna, recordada por todos como aquel fiel compañero del niño especial llamado Jesús.

Su historia inspira a las personas hasta el día de hoy, recordándoles la importancia de ayudarse mutuamente y nunca perder la esperanza ante cualquier adversidad que puedan enfrentar. .

FIN.

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