El Burro Sabio



Había una vez en un tranquilo campo, un burro llamado Bartolo que era conocido por su inteligencia. A menudo, se pasaba el día resolviendo acertijos y ayudando a sus amigos del bosque. Sin embargo, no todos apreciaban su sabiduría.

Un día, el conejo Roco y el perro Lucho se encontraron con Bartolo mientras éste estaba en medio de un complicado acertijo sobre cómo juntar diferentes colores de flores.

"¡Mirá a Bartolo, el burro que cree que es un sabio!" - dijo Roco, riendo.

"Sí, no entiendo por qué se esfuerza tanto por ser inteligente. ¡Es un burro!" - agregó Lucho, con una carcajada.

Bartolo, en lugar de enojarse, les sonrió.

"Ser inteligente no es malo, amigos. Todos podemos aprender algo nuevo. ¿Quieren intentarlo con este acertijo?"

"No gracias, prefiero dormir la siesta" - respondió Roco, girando los ojos.

"Y yo prefiero jugar a atrapar en vez de pensar" - añadió Lucho mientras movía su cola.

Los días pasaron y el burro continuó con sus acertijos, mientras Roco y Lucho seguían burlándose de él. Pero un día, una fuerte tormenta azotó el campo. Los ríos se desbordaron, y el agua comenzó a cubrir el sendero por el que todos pasaban.

"¡Oh no!" - gritó Lucho, viendo cómo el agua se acercaba.

"¡Rápido, tenemos que encontrar una forma de cruzar!" - dijo Roco, asustado.

Ambos comenzaron a correr de un lado a otro, buscando una salida, pero cada intento parecía fallar. En eso, apareció Bartolo, que había estado observando la situación.

"Chicos, ¿quieren que les ayude?" - ofreció con calma.

"No necesitamos tu ayuda, burro listo!" - respondió Roco, aunque la desesperación se notaba en su voz.

"Pero sé cómo construir una balsa con troncos y cuerdas. Podemos usarla para cruzar el agua", insistió Bartolo.

Los amigos miraron la creciente corriente y, tras un momento de incertidumbre, decidieron escuchar a Bartolo.

"Está bien, vení, mostranos cómo se hace" - dijo Lucho, un poco más dispuesto.

Juntos, comenzaron a recoger troncos y atar cuerdas. Bartolo, con su astucia, mostró a Roco y Lucho cómo crear una balsa estable.

"¡Listo! Ahora debemos trabajar en equipo para cruzar", dijo Bartolo.

"¡Vamos, hay que intentarlo!" - animó Roco, ya más entusiasmado.

Con difícil trabajo, lograron armar la balsa y, uno a uno, fueron cruzando con cuidado. Al llegar a la otra orilla, ambos amigos sintieron un gran alivio. Pero algo más estaba cambiando en sus corazones.

"Bartolo, sos un verdadero genio! Sin tu ayuda, no lo hubiéramos logrado" - dijo Lucho, mientras le daba una palmadita en la espalda.

"Sí, fuiste increíble. Te pedimos disculpas por habernos burlado. Entendemos ahora que ser inteligente no es malo, ¡es muy valioso!" - agregó Roco, haciendo una gran sonrisa.

A partir de ese día, Roco y Lucho comenzaron a aprender de Bartolo, respetando su inteligencia y aprovechando los momentos para aprender juntos.

"La próxima vez que necesiten un consejo, no duden en pedírmelo" - dijo Bartolo, riendo.

Así, el burro, el conejo y el perro se convirtieron en grandes amigos, demostrando que todos tienen algo que aprender y que la inteligencia es un gran don que debe ser valorado. Todos los días, en el campo, se dedicaban a resolver acertijos y a ayudar a otros animales, sabiendo que la amistad y el conocimiento son las verdaderas fortunas de la vida.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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