El Burro y la Lagartija



Era un día soleado en el campo y todo parecía estar en calma. Un burro llamado Bruno paseaba por la pradera, cuando de repente escuchó un pequeño ruido. Siguiéndolo curiosamente, se acercó a un arbusto y se encontró con una lagartija verde llamada Lila.

"Hola, ¿quién sos?" - preguntó Bruno, inclinando su cabeza con sorpresa.

"Hola, soy Lila. Vivo aquí cerca. ¿Y vos?" - respondió la lagartija, moviendo su cola con alegría.

Bruno sonrió. Hacía tiempo que no hacía un nuevo amigo, y a pesar de la diferencia de tamaños y especies, sentía que había algo especial en Lila.

"Soy un burro, camino por el campo buscando aventuras. Pero..." - Bruno hizo una pausa, un poco preocupado "No tengo a nadie con quien compartirlas."

"¡Eso puede cambiar!" - exclamó Lila emocionada. "¿Te gustaría que explorásemos juntos?"

Así fue como Bruno y Lila comenzaron a explorar la pradera juntos. Caminaban por los senderos llenos de flores, jugaban en las charcas y descubrían pequeños secretos de la naturaleza. A medida que pasaban los días, una hermosa amistad florecía entre ellos.

Un día, mientras exploraban un sendero que conducía a la colina más alta del campo, tropezaron con un arroyo grande y caudaloso.

"No puedo cruzar esto, es demasiado profundo para mí" - dijo Bruno, mirando las aguas en movimiento con incertidumbre.

"No te preocupe, yo puedo ayudarte a encontrar una forma" - mencionó Lila, que era ágil y rápida, aunque pequeña.

Sin embargo, Lila tuvo una idea.

"Bruno, ¿y si construimos un puente con palos y hojas?" - propuso Lila. "Yo puedo cortar las hojas y vos puedes mover los palos."

Bruno se sintió un poco inseguro, pero la determinación de su amiga lo animó. Así que juntos comenzaron a recoger materiales, idearon un plan y, con esfuerzo y trabajo en equipo, construyeron un pequeño puente.

"¡Mirá, lo logramos!" - gritó Lila emocionada, al ver que el puente resistía el peso.

"Sí, ¡somos un gran equipo!" - respondió Bruno, sintiéndose orgulloso.

Al cruzar el arroyo, se encontraron de frente con un problema mayor: un grupo de animales que se habían perdido y no sabían cómo regresar a casa. Eran unos patitos que había una semana se separaron de su madre mientras estaban jugando.

"¡Oh no! ¿Cómo podemos ayudarles?" - se preocupó Bruno, sintiéndose impotente.

"No hay problema, nosotros lo resolveremos juntos!" - dijo Lila con determinación. "Bruno, vos puedes guiarlos con tu fuerte voz. Yo me encargaré de mostrarles el camino."

Bruno comenzó a hacer sonidos fuertes y claros, mientras Lila se apuraba para liderar a los patitos por el camino correcto. Después de un rato, llegaron todos juntos hasta la orilla del lago, donde la mamá pata los estaba esperando angustiada.

"¡Gracias, gracias!" - chillaron los patitos al ver a su mamá.

"¡Lo hicimos, Bruno!" - gritó Lila, saltando de alegría.

"Y no habría podido sin vos, Lila. Sos muy valiente y rápida!" - contestó Bruno, sintiéndose afortunado por tener una amiga como ella.

Desde ese día, Bruno y Lila no solo exploraban juntos, sino que también ayudaban a otros animales en problemas. Cada vez que se encontraban con un nuevo desafío, recordaban lo valiosos que eran trabajando en equipo.

La historia de la amistad entre un burro y una lagartija se volvió conocida en todo el campo, inspirando a muchos otros a aceptar las diferencias y trabajar juntos. Al final, Bruno se dio cuenta de que la amistad no tenía límites y que, con un poco de esfuerzo y dedicación, podían lograr lo que se propusieran, sin importar cuán diferentes fuesen.

Y así, Bruno y Lila continuaron viviendo aventuras, aprendiendo el valor de la amistad y la colaboración, dejando siempre una huella positiva en su entorno.

FIN.

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