El Burro y la Lagartija
Un día soleado en el campo, Burro estaba pastando tranquilamente en un prado verde y fresco. Con sus orejas largas y su pelaje gris, disfrutaba del aroma de las flores.
De repente, al lado de una roca, vio algo moverse. Era una pequeña Lagartija, con su piel de colores brillantes y una cola larga.
- ¡Hola! - dijo encantado Burro - ¿Quién sos?
- ¡Hola! Soy Lila, la lagartija. ¿Y vos?
- Soy Burro, el burro más fuerte de la granja. ¿Qué hacés por aquí?
- Solo estoy tomando el sol y disfrutando de este lindo día - contestó Lila mientras movía su cola de un lado a otro.
Burro y Lila comenzaron a charlar. A pesar de que eran tan diferentes, se hicieron amigos rápidamente. Burro, con su gran fuerza, podía ayudar a Lila a alcanzar las hojas más altas en los árboles, mientras que Lila, ágil y rápida, podía enseñarle a Burro sobre las maravillas que encerraba la naturaleza.
Un día, mientras jugaban, escucharon un gran ruido proveniente del bosque.
- ¿Qué fue eso? - preguntó Lila, mirando a su alrededor con preocupación.
- No lo sé, pero creo que deberíamos averiguarlo - dijo Burro, lleno de valentía.
Siguieron el sonido hasta llegar al borde del bosque, donde encontraron a un grupo de animales asustados. Una gran tormenta había derribado un árbol, bloqueando el camino al río, y los animales no podían llegar a beber agua.
- ¡Oh no! - exclamó Lila - ¡Tenemos que ayudarles!
- ¡Pero cómo! El árbol es muy pesado - respondió Burro, sintiéndose inseguro.
- ¡Yo tengo una idea! - propuso Lila - Vos sos fuerte, y yo soy rápida. Podés empujar el árbol, y yo distraeré a las aves que se asustan con el ruido.
- ¡Buena idea! - dijo Burro, emocionado.
Entonces, Burro utilizó toda su fuerza y, con un gran esfuerzo, empezó a empujar el árbol. Lila corrió y saltó por encima de los animales, haciendo ruidos para mantenerlas ocupadas. Con un gran esfuerzo, el árbol finalmente se movió y cayó, abriendo el camino hacia el río.
Los animales aplaudieron felices, agradeciéndoles por su valentía y trabajo en equipo.
- ¡Lo logramos! - gritó Burro, sonriendo.
- ¡Sí! - aplaudió Lila - Nunca podríamos haberlo hecho si no hubiéramos colaborado.
Desde aquel día, Burro y Lila se dieron cuenta de que las diferencias entre ellos no importaban, y que trabajando juntos, podían enfrentar cualquier desafío. Juntos, exploraron nuevos lugares, ayudaron a otros animales y vivieron emocionantes aventuras, siempre recordando que la amistad y la colaboración eran la clave para lograr grandes cosas.
Y así, el burro y la lagartija, dos amigos tan diferentes, descubrieron que la verdadera fuerza viene del corazón, y que no hay límite para lo que se puede lograr cuando se une la amistad con un buen equipo.
FIN.