El Caballero, la Dama y el Mensajero Enredado



Había una vez, en un pueblo pintoresco llamado Sueños Los Olvidados, un caballero llamado Rodrigo que tenía el corazón tan valiente como su espada. Un día, mientras paseaba por el mercado, vio a la bella dama Isabella, cuya risa iluminaba más que el sol. Desde ese instante, Rodrigo decidió que debía conquistarla.

"- ¡Oh, qué maravilla! ¡Esa dama es lo más hermoso que he visto! No puedo dejar pasar la oportunidad de conquistar su corazón!" - exclamó Rodrigo, mientras se acariciaba la barba con determinación.

Pero Isabella no sería fácil de conquistar. Ella era una dama independiente que valoraba la inteligencia y la creatividad más que el acero de un caballero. Así que Rodrigo pensó en su siguiente movimiento: hablarle.

El problema era que, al acercarse, se encontró con un mensajero llamado Lucas, conocido por su rapidez y por sus ocurrencias divertidas. Lucas le dijo:

"- Ah, Rodrigo, ¿te has dado cuenta de que para conquistar a una dama como Isabella, tenés que ser ingenioso? No podés solo mostrar tus músculos, ¡tenés que impresionarla con tus palabras!"

"- Tienes razón, Lucas. Entonces, ¡ayúdame!" - pidió Rodrigo ansioso.

"- Muy bien, pero vas a tener que usar un poco de humor. A las damas les gusta reírse. Vamos, escribamos unos versos divertidos para ella. ¡Eso siempre funciona!" - dijo Lucas, mientras sacaba un pergamino y una pluma.

Los dos pasaron horas riendo y escribiendo rimas cómicas sobre el amor y un caballero que no sabía bailar. Cuando Rodrigo se sintió listo, corrió hacia la plaza donde Isabella estaba escribiendo en su diario.

"- Isabella, hermosa dama, ¡he traído unas palabras mágicas para ti!" - gritó Rodrigo, estirando su mano con el pergamino.

Isabella levantó la vista, divertida.

"- ¿Palabras mágicas? Estoy intrigada, caballero. ¡Muéstrame!" - dijo con una sonrisa.

Rodrigo, un poco nervioso, empezó a leer sus versos:

"En un reino lejano, con espada en mano, un caballero torpe quiere un amor encantado. No sabe bailar, y menos cantar, pero es valiente y no dejará de intentar."

Isabella no pudo evitar reír.

"- Me gusta que tengas un sentido del humor, Rodrigo. Pero, ¿quieres saber un secreto? También tengo mis propias rimitas sobre princesas y caballeros." - dijo ella, sonrojándose un poco.

Rodrigo se sorprendió, ¡nunca había pensado que a ella le gustaba escribir también!"- ¿A sí? ¡Me encantaría escuchar alguna de tus rimas!" - dijo él, emocionado.

Justo cuando Isabella estaba a punto de recitar uno de sus poemas, un campesino llamado Mateo se acercó, cargando un montón de flores frescas. Era famoso en todo el pueblo por hacer los ramos más bellos.

"- Disculpen, amigos, pero creo que una dama como Isabella merece algo más que rimas. ¡Miren estas flores!" - exclamó Mateo, sonriendo de oreja a oreja.

Rodrigo y Lucas se miraron, sintiéndose algo frustrados. Pero Rodrigo no se iba a rendir. Rápidamente, se le ocurrió una idea brillante.

"- ¡Claro, Mateo! Pero ¿por qué no hacemos un concurso? Tú traes flores, yo traigo versos, y quien logre hacer reír a Isabella primero, ganará su atención. ¿Qué dices?" - propuso Rodrigo.

Mateo se rió y aceptó el reto.

"- ¡Trato hecho!" - respondió el campesino, sacudiendo las flores como si fueran trofeos.

Ambos hombres se pusieron a trabajar. Rodrigo escribió unos versos más extravagantes, mientras Mateo preparaba un hermoso ramo combinando las flores más coloridas. Finalmente, llegó el momento del desafío.

"- ¡Señorita Isabella!" - gritaron al unísono.

Isabella, divertida por la escena, se acercó.

"- ¿Qué sucede, caballeros?" - preguntó.

Rodrigo se plantó a su lado, con su verso listo:

"Una flor, una rima, un caballero audaz, yo soy el primero, ¡que se escuche mi voz!"

Mateo, con su ramo de flores en mano, interrumpió:

"Pero estas flores, hermosas y bellas, como un abrazo, sería un regalo para las más bellas."

Ambos empezaron a intentar hacer reír a Isabella con más versos y chistes mientras ella reía y disfrutaba del espectáculo.

Finalmente, después de varios giros cómicos, Mateo se inclinó y dijo:

"- Bueno, creo que ambos hemos hecho reír a Isabella. Yo creo que debe ser ella quien decida quién le ha gustado más."

Isabella sonrió y dijo:

"- Escuchen, caballeros, me encanta su ingenio y sus flores. Pero debo decir que lo que realmente me ha hecho reír son los dos juntos. Ustedes tienen tanto en común y eso es admirable. La amistad entre ustedes es lo más hermoso de todo."

Rodrigo y Mateo se miraron, comprendiendo que el verdadero premio no era la atención de Isabella, sino el compañerismo y la risa que habían compartido.

"- Entonces quizás deberíamos ser amigos también, ¿qué dicen?" - sugirió Rodrigo.

"- ¡Por supuesto!" - acordó Mateo, alzando su ramo de flores.

Isabella, encantada con esta nueva amistad, agregó:

"- Y podemos seguir escribiendo versos y creando juntos. ¡Que comience la aventura!"

Y así, Rodrigo, Mateo e Isabella se convirtieron en grandes amigos, compartiendo risas, versos y flores, mientras recorrieron el pueblo, mostrando que el verdadero amor es aquel que une a las personas y crea lazos de amistad duraderos. Y de esta forma, en el pueblo de Sueños Los Olvidados, todos aprendieron que el amor y la amistad son las verdaderas conexiones que hacen brillar el corazón.

Fin.

FIN.

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