El Caballero, la Princesa y el Dragón
Había una vez en un lejano reino, un hermoso castillo rodeado de verdes praderas y un río cristalino. En ese castillo vivía la Princesa Elena, conocida por su valentía y su amor por los animales. Junto a ella, vivía un noble caballero llamado Rodrigo, quien tenía un caballo llamado Estrella, tan veloz como el viento.
Un día, mientras Elena se paseaba por los jardines del castillo, un oscuro nubarrón cubrió el sol. De repente, un dragón enorme y aterrador apareció sobrevolando el castillo, su rugido resonaba en todo el valle.
- ¡Oh, no! - gritó la Princesa Elena - ¿Qué haremos? ¡Ese dragón podría destruir nuestro hogar!
- Debemos actuar con valentía - respondió Rodrigo, tratando de calmarla - No podemos dejar que el miedo gobierne nuestro corazón. ¡Vamos, Estrella! Necesitamos averiguar qué quiere el dragón.
Rodrigo, decidido, montó a su caballo y se dirigió hacia la montaña donde se posaba el dragón. Elena, quien no podía quedarse de brazos cruzados, decidió seguirlos.
Al llegar a la montaña, se dieron cuenta de que el dragón no parecía estar atacando; estaba asustado y tenía una espina clavada en su pata. Con cuidado, Rodrigo se acercó.
- ¡Hola, gran dragón! - exclamó con valor - ¿Por qué ruges tan fuerte? No estamos aquí para pelear.
El dragón, sorprendido, bajó su mirada y respondió con voz temblorosa:
- Me duele mucho. Esta espina me causa un gran sufrimiento y no puedo volar bien.
- ¡No te preocupes! - dijo Elena con determinación - Vamos a ayudarte. Rodrigo, ¿puedes sostener su pata mientras yo quito la espina?
Con mucho cuidado, Rodrigo se puso a un lado del dragón y Elena se acercó. Sacó la espina con suavidad, y el dragón dejó escapar un grito que resonó en la montaña, pero esta vez era de alivio.
- ¡Gracias! - dijo el dragón agradecido mientras movía suavemente su pata - Ahora puedo volar de nuevo. Pero, ¿por qué quisieron ayudarme? Soy un dragón, la gente tiene miedo de mí.
- Todos merecen una segunda oportunidad y ayuda en tiempos difíciles - explicó Elena con una sonrisa - No puedes ser un monstruo si no lo deseas.
Rodrigo asintió: - Muchas veces, el miedo viene de no conocer a los demás. Te invito a que vengas al castillo, y veas que no todos te verán como un enemigo.
El dragón pensó un momento. - Está bien, pero tengo miedo de que la gente se asuste al verme.
- No te preocupes - dijo Elena - Les explicaré que solo quieres ser amigo.
Después de un rato de negociación, el dragón decidió unirse a ellos. Volaron juntos hacia el castillo, donde los habitantes del reino observaron con asombro la llegada del dragón.
- No tengan miedo - les dijo Elena - Este dragón no es un enemigo; ha sido nuestro aliado en una gran aventura.
Los aldeanos miraron al dragón y, aunque temerosos al principio, se dieron cuenta de que no tenía intención de hacerles daño. Con el tiempo, el dragón se ganó la confianza de todos y se convirtió en el protector del reino. A partir de esa aventura, el dragón, Rodrigo y Elena fueron inseparables, demostrando que la valentía y la amistad pueden vencer cualquier obstáculo.
- Siempre recordemos - dijo Rodrigo una vez - que nuestra fuerza está en ayudar a los demás, incluso a aquellos que parecen ser diferentes.
Y así, en ese reino alejado, vivieron muchas más aventuras, sobre todo en un mundo donde el entendimiento y la amistad siempre triunfaban sobre el miedo.
FIN.