El Caballero y la Bruja del Castillo
En un reino lejano, rodeado de montañas y bosques frondosos, había un castillo donde vivía un valiente caballero llamado Sir Gael. Desde pequeño, Gael soñaba con conquistar el reino y traer gloria y fama a su nombre. Sin embargo, su ambición lo llevaba a un camino oscuro. Deseaba obtener el poder a toda costa, y en su búsqueda, se topó con una bruja inusual que habitaba en las profundidades del bosque.
La bruja, conocida como Elaria, tenía un don especial para la magia. Sabía que Sir Gael no tenía buenas intenciones y decidió darle una lección. Así, un día, mientras el caballero se acercaba a su cabaña, ella lo aguardaba con una sonrisa misteriosa.
"Hola, noble caballero. ¿Qué te trae por aquí?" -le preguntó Elaria con dulzura, aunque sus ojos brillaban de astucia.
"He venido a buscar poder y riquezas. Quiero conquistar este reino y ser el más grande de todos los tiempos" -respondió Gael, ciego por su ambición.
La bruja, en lugar de asustarse, vio una oportunidad para enseñarle una valiosa lección. "Te concederé tu deseo, pero hay un precio. Por cada acción egoísta que tomes, perderás una parte de tu corazón. ¿Aceptas?" -dijo Elaria.
Sin dudarlo, Gael aceptó. De repente, una nube oscura cubrió el cielo y el poder fluyó hacia él de forma descontrolada. Sin embargo, pese a recibir todo lo que deseaba, poco a poco, comenzó a notar que su corazón se volvía frío y vacío.
Los días pasaron y al ir conquistando el reino, la ambición de Gael lo hacía actuar de manera cruel. Destruía campos, echaba a los habitantes y sembraba el miedo.
Un día, mientras contemplaba su obra, se encontró con un grupo de niños que jugaban con risas en un campo. "¡Déjenme en paz!" -les gritó, sin entender por qué su voz sonaba tan distante.
Los niños, confundidos, respondieron: "¿Por qué eres tan malo, caballero?" -inquirió una pequeña con ojos brillantes. Gael se sintió herido por sus palabras, y empezó a cuestionar sus acciones.
Pasaron los meses y el remordimiento se apoderó de él. Empezó a entender que el poder y la riqueza no llenaban su vacío.
Un día, decidió buscar a la bruja Elaria. "¡Elaria!" -gritó al adentrarse en el bosque, pero no obtuvo respuesta. Se sentó, cabizbajo, esperando su llegada.
Finalmente, Elaria apareció. "¿Por qué me llamas, valiente caballero?" -preguntó, con un tono de curiosidad.
"He cometido errores horribles. Me arrepiento de lo que hice. ¿Hay forma de recuperar mi corazón?" -rogó Gael, sintiendo que sus lágrimas también habían desaparecido.
La bruja lo miró compasiva. "Hay una forma, pero requerirá gran valentía y amor. Deberás devolver todo lo que has tomado y ayudar a quienes lastimaste. Solo así podrás restaurar tu corazón" -le explicó.
Con decisión, Gael se levantó y realizó lo que Elaria le indicó. Recorrió los campos, reparó los daños, ofreció su ayuda a quienes más lo necesitaban, y poco a poco, el calor regresó a su corazón.
Una vez cumplida su misión, encontró a Elaria nuevamente. "¿He restaurado mi corazón?" -preguntó con ansiedad.
"Lo has hecho, valiente caballero. Has aprendido que la verdadera grandeza reside en ayudar a los demás y no en el poder" -sonrió la bruja.
Desde aquel día, Sir Gael se convirtió en un caballero justo y sabio, que prefería compartir y construir en lugar de conquistar. La historia de su cambio se convirtió en leyenda en el reino, educando a todos sobre la importancia del amor y la generosidad.
Así, la bruja y el caballero comprendieron que a veces, incluso los corazones más fríos pueden volver a brillar si se elige el camino del bien. Y vivieron felices, enseñando a otros el verdadero significado del poder.
...
FIN.