El Caballito de Mar Perdido



En lo profundo del océano, donde la luz del sol apenas lograba llegar, vivía un pequeño caballito de mar llamado Ciri. Ciri era un caballito curioso, siempre explorando los coloridos corales y jugando con sus amigos. Un día, mientras nadaba más allá de su hogar, se perdió entre las corrientes del océano.

"¡Ayuda! ¡Estoy perdido!" - gritó Ciri, asustado.

Nadando aquí y allá, Ciri no podía encontrar el camino de regreso. Mientras exploraba, conoció a un pez globo llamado Gabi.

"¿Por qué estás tan angustiado, pequeño?" - preguntó Gabi, inflándose con curiosidad.

"Me perdí y no sé cómo volver a casa," - respondió Ciri, con lágrimas en los ojos.

"No te preocupes, yo te ayudaré!" - dijo Gabi, animándolo.

Juntos comenzaron a buscar, pero a medida que nadaban, se encontraron con una corriente fuerte que los arrastró hacia un hermoso bosque de algas marinas.

"¡Este lugar es impresionante!" - exclamó Ciri, asombrado por la belleza.

Así, mientras se maravillaban de los colores y formas, Ciri se dio cuenta de que a veces perderse puede llevarte a lugares sorprendentes. Pero de repente, una sombra pasó por encima de ellos. Era un tiburón que nadaba rápido.

"¡Rápido, escóndete detrás de esas algas!" - gritó Gabi.

Los dos amigos se escondieron, temblando. Después de que el tiburón pasó, Ciri murmuró:

"Nunca había tenido miedo así en toda mi vida."

"A veces, hay que enfrentar el miedo para encontrar el camino correcto" - aconsejó Gabi, con una sonrisa.

Con valor, Ciri decidió que no permitiría que el miedo lo detuviera. Juntos continuaron su búsqueda. Por el camino, encontraron a una tortuga anciana que nadaba lentamente.

"¿Señora Tortuga, usted sabe cómo llegar al arrecife?" - preguntó Ciri.

"Sí, querido. Pero el camino es largo y a veces peligroso. Tienes que ser valiente y no perder la esperanza" - respondió la tortuga.

Ciri y Gabi le agradecieron y siguieron adelante. A medida que se adentraban en el océano, Ciri comenzó a sentirse más fuerte y decidido. Finalmente, llegaron a una corriente que Ciri reconoció. Justo cuando pensaba que podría regresar, un pulpo muy astuto se atravesó en su camino.

"¿Qué quieren, pequeños intrusos?" - preguntó el pulpo, moviendo sus tentáculos.

"Queremos volver a casa," - explicó Ciri,

"Pero tenemos que cruzar por aquí. " - agregó Gabi con un tono desafiante.

El pulpo sonrió y dijo:

"Para cruzar, deben resolver un acertijo... ¿Qué es lo que se puede romper, pero nunca se puede tocar?"

Ciri pensó y pensó, cuando de repente se le ocurrió:

"Una promesa!"

"¡Correcto!" - dijo el pulpo, apartándose para dejar que cruzaran.

FIN.

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