El caballo blanco


Había una vez un niño llamado Alan que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Un día, mientras caminaba por el bosque cercano a su casa, se encontró con un hermoso caballo blanco.

El Alan nunca había visto un caballo tan majestuoso y poderoso antes, y se acercó lentamente para no asustarlo. El caballo parecía amigable y le permitió al niño acariciar suavemente su cabeza. "¡Wow! ¡Qué bonito eres!", exclamó el Alan emocionado.

El caballo relinchó como si estuviera respondiendo al saludo del niño. "¿Te gustaría ser mi amigo?", preguntó el Alan al caballo. El animal movió la cola como si estuviera diciendo que sí.

Desde ese día, el Alan visitaba al caballo todos los días en el bosque. Le llevaba manzanas y zanahorias para alimentarlo y pasaban horas juntos jugando en los prados verdes cercanos.

El niño comenzó a aprender todo sobre los cuidados que necesitaba un caballo: cómo cepillar su pelaje, limpiar sus cascos e incluso cómo montarlo correctamente. Un día, cuando iba camino a ver a su amigo equino, se encontró con unos cazadores furtivos que buscaban atrapar animales salvajes del bosque.

El Alan sabía lo peligroso que podía ser estar cerca de ellos y decidió esconderse detrás de unos arbustos para escuchar lo que planeaban hacer. Los cazadores hablaban sobre capturar al hermoso caballo blanco del bosque para venderlo por mucho dinero en la ciudad.

El Alan no podía permitir que su amigo fuera capturado y vendido como un objeto, así que decidió actuar. Corrió rápidamente hacia donde estaba el caballo y lo montó en su lomo.

Juntos comenzaron a galopar por el bosque mientras los cazadores los perseguían. "¡No te preocupes, amigo! ¡Te protegeré!", gritaba el Alan mientras corrían. Finalmente, lograron escapar de los cazadores y regresaron sanos y salvos al pueblo.

La noticia del valiente rescate del caballo se extendió rápidamente por todo el lugar, convirtiéndose en una leyenda local. Desde ese día, el Alan se convirtió en un héroe para todos aquellos que amaban la naturaleza y sus criaturas.

Y él aprendió la importancia de cuidar a sus amigos animales y protegerlos de peligros innecesarios. Y así fue como El Alan encontró un caballo que le enseñó mucho más que solo montar.

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