El Caballo de Hermosa Cabellera
En un hermoso bosque lleno de flores y árboles majestuosos, vivía un caballo de hermosa cabellera llamado Ciri. Ciri tenía una melena dorada que brillaba con el sol y movía su cabello con gracia mientras trotaba por los prados. Todos los animales del bosque lo admiraban, pero nadie se atrevía a acercarse, ya que Ciri era muy orgulloso de su belleza.
Un día, mientras Ciri paseaba cerca del lago, escuchó una voz que lo llamaba.
"¡Ciri, Ciri!" - gritó una pequeña ardillita llamada Lula, con su cola rizada incrédula.
"¿Qué quieres, pequeña ardilla?" - respondió Ciri, deteniéndose.
"Me encantaría jugar contigo, pero todos dicen que solo te importa tu apariencia y nadie se acerca a ti" - dijo Lula con un tono triste.
Ciri se sintió incomprendido, así que continuó su camino. Pero el comentario de Lula lo hizo reflexionar.
Así pasaron los días. Ciri seguía con su rutina de pasear por el bosque, siempre disfrutando de cómo todos lo admiraban, pero pronto se dio cuenta de que estaba solo. Los demás animales preferían jugar entre ellos al aire libre y olvidaron invitarlo.
Un día, una gran tormenta azotó el bosque. Los árboles crujían mientras los animales buscaban refugio. Ciri vio a Lula y a sus amigos, las liebres y los patitos, acurrucarse bajo un gran tronco.
"¡No se preocupen! ¡Estaré con ustedes!" - dijo Ciri, tratando de ser valiente.
Pero, cuando llegó, se dio cuenta de que su hermosa melena se había llenado de ramas y hojas.
"¡Mirame! Soy un desastre!" - exclamó Ciri, sintiéndose avergonzado.
"No importa, Ciri" - le respondió Lula. "Lo que cuenta es que estás aquí."
A medida que la tormenta se calmaba, los animales comenzaron a hablar.
"Siempre has sido muy hermoso, Ciri, pero ahora sabemos que también eres valiente" - dijo un patito.
"Sí, a veces la belleza puede estar en un gesto, en ayudarnos unos a otros" - agregó una liebre.
Ciri sintió un calor en su corazón.
"¿De verdad piensan eso?" - preguntó Ciri, con la voz un poco temblorosa.
"Por supuesto. Te necesitamos, no solo por tu apariencia, sino por tu amistad" - le respondió Lula.
Esa experiencia cambió la perspectiva de Ciri. Empezó a jugar con los demás animales y a ser parte de sus aventuras. Se olvidó de su melena, que ahora lucía desordenada, y se enfocó en disfrutar de los momentos juntos.
Con el tiempo, Ciri llegó a ser una figura admirada en el bosque, no solo por su belleza, sino por su generosidad y valentía. Él se convirtió en el protector del bosque, ayudando a los pequeños animales que necesitaban ayuda y organizando carreras y juegos entre todos. Su hermosa cabellera pasó a ser un símbolo de amistad y unidad en el bosque.
Así, Ciri aprendió una valiosa lección: la verdadera belleza no está en lo que se ve a simple vista, sino en el corazón y en cómo tratamos a los demás. Desde ese día, nunca volvió a estar solo, y junto a sus amigos, el bosque se llenó de risas y alegría.
Y así, la cabellera de Ciri, que antes era su orgullo, se convirtió en el recordatorio de lo que realmente importa: la amistad y el amor entre todos los seres del bosque.
FIN.