El Caballo de la Pradera Mágica



Había una vez, en un vasto y colorido paisaje de praderas verdes y cielos azules, un caballito llamado Estrella. Estrella era un caballo especial, porque su pelaje brillaba como la luz de una estrella en la noche. Se pasaba los días galopando por los prados, jugando con su amigo, el pequeño conejito llamado Pipo.

Un día, mientras exploraban cerca de un arroyo que reflejaba el cielo, Pipo dijo:

"¡Mirá Estrella! ¡Esa flor parece diferente!"

Era una flor grande y de colores vibrantes que nunca antes habían visto. Curiosos, se acercaron y al tocarla, la flor comenzó a brillar intensamente.

"¡Wow! ¿Qué pasó?" - exclamó Estrella sorprendido.

"No lo sé, pero parece mágica" - respondió Pipo, salteando con emoción.

Decidieron recoger un pétalo de la flor para llevárselo a su amiguita, la tortuga Mía, quien siempre tenía ideas curiosas.

Al llegar a la casa de Mía, la tortuga observó el pétalo y dijo:

"Este pétalo es de la Flor de los Deseos, se dice que puede conceder un deseo si se utiliza con el corazón puro".

"¡Qué increíble!" - gritó Estrella. "¿Qué deseamos?"

"Podríamos desear tener más amigos para jugar todos juntos" - sugirió Pipo con su pequeño lado aventurero.

Estrella asintió, pero antes de hacer el deseo, quería pensar más en su decisión.

"Lo primero es lo primero, amigos, ¿serán felices ellos aquí?" - preguntó Estrella.

"Oh, claro que sí, pero ¿y si deseamos algo más grande?" - reflexionó Mía lentamente.

La tortuga inspirada hizo una sugerencia:

"Podríamos desear que todos los animales tengan un lugar en la pradera donde todos puedan jugar y ser felices juntos".

Los tres amigos decidieron que eso sería un deseo maravilloso. Con el pétalo brillante en sus patas, Estrella cerró los ojos y dijo:

"Deseamos que todos los animales tengan un lugar seguro y divertido para jugar en la pradera".

Un destello de luz envolvió todo a su alrededor. Al abrir los ojos, vieron que a lo lejos, un hermoso espacio colorido se había materializado, lleno de árboles, montañas suaves y un enorme lago.

"¡Mirá eso! ¡Es hermoso!" - exclamó Pipo.

"¡Vayamos!" - dijo Estrella emocionado.

Corrieron hacia el nuevo lugar y, al llegar, se encontraron con otros animales que jamás habían visto: zorros traviesos, ciervos juguetones y aves de colores brillantes. Todos estaban tan felices de estar juntos.

Estrella se dio cuenta de que su deseo había hecho feliz a muchos. Sin embargo, un momento después, una sombra cubrió el cielo. Era el viejo búho Don Sabi, que volaba rápidamente hacia ellos con una cara preocupada.

"¡Amigos! ¡Algo extraño está sucediendo! ¡Las flores están empezando a marchitarse!"

Los animales comenzaron a murmurar inquietos, y Estrella comprendió que su deseo, aunque bien intencionado, había creado un desbalance en la pradera.

"Esto no está bien, tenemos que ayudar a restaurar el equilibrio" - dijo Mía con determinación.

El búho les explicó que, aunque el lugar era hermoso, necesitaba mucha atención. Todos los seres deben colaborar para cuidar la naturaleza.

"¿Y cómo podemos hacerlo?" - preguntó Pipo.

"Cada uno de ustedes tiene un don especial. Debemos unirnos y trabajar juntos para preservar este lugar" - dijo Don Sabi.

Inspirados por sus palabras, Estrella, Pipo y Mía comenzaron a organizar al resto de los animales. Estrella utilizó su velocidad para traer agua del arroyo. Pipo sugirió plantar más flores, y Mía propuso una ceremonia en la que todos pudieran compartir y celebrar la vida de la pradera.

Trabajando en equipo, descubrieron que la colaboración hacía que la pradera floreciera aún más. Pronto, flores de todos los colores comenzaron a brotar, y los árboles se llenaron de frutos. Los animales nuevos hicieron amigos también.

"¡Miren lo que hicimos juntos!" - dijo Estrella, mientras observaban el esplendor de su hogar.

"En lugar de un deseo, creamos algo maravilloso para todos" - agregó Mía, sonriendo.

Desde aquel día, Estrella, Pipo, Mía y todos sus amigos se comprometieron a cuidar su hogar juntos. Aprendieron que cada uno de ellos tenía un papel en mantener el equilibrio de la pradera y que trabajando unidos podían lograr grandes cosas.

Así, el Caballo de la Pradera Mágica se convirtió en un símbolo de amistad y trabajo en equipo, demostrando que a veces, el verdadero deseo es simplemente cuidar de los demás.

FIN.

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