El Caballo Hambriento y la Gran Aventura



En un rancho hermoso que se asentaba entre verdes praderas y brillantes arroyos, vivía un caballo llamado Estrella. Era un caballo de pelaje castaño, con una hermosa crin blanca que caía como una cascada. Estrella era muy alegre, pero había un problema: ¡tenía hambre!

Un día, mientras el sol brillaba en el cielo, Estrella miró a su alrededor y vio que la comida en su comedero se había acabado. Llamó a su cuidador, un joven llamado Lucas, que siempre cuidaba de él.

- ¡Lucas! ¡Lucas! - relinchó Estrella con tristeza.

- ¿Qué pasa, Estrella? - respondió Lucas mientras se acercaba.

- Tengo mucha hambre. ¿No hay más heno para mí? - preguntó el caballo moviendo su cabeza.

- Lo siento, amigo. Tendremos que ir a buscar más. ¡Vamos a la pradera! - dijo Lucas con una gran sonrisa.

Así comenzó la aventura de Estrella y Lucas. Tomaron un camino que llevaba al amanecer, donde el viento fresco les acariciaba el rostro. Al llegar a la pradera, Lucas le enseñó a Estrella a buscar la mejor hierba.

- Tienes que buscar lo verde y lo fresco - dijo Lucas - ¡Eso te hará fuerte y saludable!

- ¡Mmm! ¡Eso suena delicioso! - dijo Estrella, comenzando a picar aquí y allá.

Pero de repente, escucharon un ruido extraño. Era un grupo de caballos salvajes que galopaban alocadamente.

- ¡Woah! - exclamó Lucas - ¡Hay que irnos!

- Pero Lucas, quiero conocerlos. Tal vez tengan una buena pastura - propuso Estrella, curioso.

- Está bien, pero con cuidado. Vamos a acercarnos poco a poco - respondió Lucas, sintiéndose intrigado.

Cuando se acercaron, uno de los caballos salvajes, un bello caballo gris llamado Tormenta, notó su presencia.

- ¿Quiénes son ustedes? - preguntó Tormenta.

- Soy Estrella, y él es mi cuidador Lucas. Venimos a buscar un poco de heno - contestó el caballo castaño.

- Aquí hay mucha hierba rica, ¡pueden comer con nosotros! - dijo Tormenta, moviendo su cola.

- Eso suena genial, pero... ¿No se enojarán los otros caballos? - preguntó Lucas.

- No, somos una familia aquí. Ven, pruébame - dijo Tormenta con un guiño.

Estrella y Lucas se unieron a los caballos salvajes, disfrutando de la increíble hierba y, mientras comían, se hicieron amigos. Pero, de repente, escucharon una fuerte tormenta acercándose.

- ¡Debemos refugiarnos! - gritó Tormenta.

- Rápido, ¡síganme! - agregó un caballo más joven llamado Nube.

Con prisa, todos se agruparon, corriendo hacia un viejo granero que estaba un poco más allá. Una vez dentro, la tormenta rugió afuera, pero todos estaban a salvo.

- Nunca pensé que iba a hacer nuevos amigos hoy - dijo Estrella feliz mientras se acomodaba en el cálido lugar.

- Y nunca pensé que encontraría una comunidad tan increíble - reflexionó Lucas.

- Cuando somos unidos, siempre encontramos el camino - dijo Tormenta, mirando a todos con una sonrisa.

Cuando la tormenta pasó, Estrella y Lucas despidieron a sus nuevos amigos y volvieron a su rancho.

- Gracias por hoy, Lucas. ¡Tuviste razón al enseñarme a buscar la mejor hierba! - dijo Estrella emocionado.

- De nada, amigo. A veces el hambre nos lleva a aventuras inesperadas - respondió Lucas, riendo.

Desde ese día, Estrella nunca más se preocupó por su hambre, porque se dio cuenta que con amigos todo sabe mejor. Y así, cada vez que visitaban la pradera, no solo buscaban comida, sino que también compartían alegría y amistades, creando la mejor historia del rancho.

Y colorín colorado, ¡esta historia se ha terminado!

FIN.

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