El Caballo Perdido de Abuelo



Había una vez un niño llamado Tomás que vivía en un pequeño pueblo rodeado de campos y montañas. Todos los días, acompañaba a su abuelo al campo para ayudarlo con las tareas del día.

Un día, mientras trabajaban en el campo, notaron que uno de sus caballos había desaparecido. El abuelo estaba muy preocupado porque ese caballo era el más fuerte y rápido que tenían, y lo necesitaban para trabajar en los campos.

Tomás se ofreció a buscar al caballo por su cuenta. A pesar de la insistencia de su abuelo para que no lo hiciera solo, Tomás se aventuró en busca del animal.

Después de caminar durante horas y sin encontrar rastro alguno del caballo perdido, Tomás decidió descansar bajo un árbol cercano. Fue entonces cuando vio algo moverse entre los arbustos. Al acercarse, descubrió al caballo escondido detrás de unos matorrales, asustado y hambriento.

Sin pensarlo dos veces, Tomás le ofreció comida y agua al animal para calmarlo. De vuelta en casa con el caballo recuperado gracias a la valentía del niño, el abuelo estaba muy orgulloso de él.

Pero lo más sorprendente fue ver cómo el comportamiento del animal cambió después de haber sido encontrado por Tomás: ahora era más amigable y dócil que nunca antes. El abuelo explicó a Tomás que esto era porque el caballo había experimentado algo nuevo: la bondad humana.

Y desde ese día en adelante, tanto el abuelo como Tomás aprendieron una importante lección sobre compasión y empatía. "¡Gracias, Tomás! Nunca imaginé que pudieras encontrarlo tú solo. Eres muy valiente", dijo el abuelo. "No fue nada, abuelo.

Solo hice lo que tenía que hacer", respondió Tomás con una sonrisa en su rostro. Y así, juntos continuaron trabajando en el campo con un caballo más feliz gracias a la bondad de un niño.

FIN.

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