El caballo valiente



Había una vez en un prado de Caravaca de la Cruz una manada de caballos muy bonitos. Entre ellos, se encontraba un caballo especial llamado Blanquito.

A diferencia de los demás caballos, Blanquito no tenía color y esto lo hacía sentir triste. Un día, mientras observaba a los otros caballos jugar y correr por el prado, Blanquito decidió que quería convertirse en un hermoso caballo marrón para poder participar en la famosa fiesta de los Caballos del Vino.

Esta fiesta era muy importante en Caravaca de la Cruz y todos los años se celebraba una competencia para elegir al mejor caballo.

Blanquito sabía que si lograba ser marrón como los demás, tendría más posibilidades de ganar el concurso. Así que decidió buscar ayuda y fue a hablar con su amiga Luna, una inteligente lechuza que vivía cerca del prado. "Luna, necesito tu ayuda", dijo Blanquito con voz triste.

La lechuza miró al caballo comprensivamente y respondió: "¿Qué te preocupa, Blanquito?""Quiero ser un caballo marrón para poder participar en la fiesta de los Caballos del Vino y ser el ganador", explicó Blanquito. Luna pensó por un momento y luego dijo: "Blanquito, eres único tal como eres.

No necesitas cambiar tu apariencia para ser especial". El caballo quedó sorprendido por las palabras de Luna. Nunca había considerado esa perspectiva antes. Pero aún así, seguía deseando ser marrón como los demás.

"Pero Luna, quiero ser como los demás caballos. Quiero encajar y ser aceptado", respondió Blanquito con tristeza. Luna comprendió la preocupación de su amigo y decidió ayudarlo.

Juntos, fueron a visitar al viejo sabio del bosque, Don Sabino, quien tenía fama de resolver problemas complicados. Don Sabino escuchó atentamente el deseo de Blanquito y le dijo: "Blanquito, lo importante no es cambiar tu apariencia externa para encajar. Lo que realmente importa es cómo te sientes contigo mismo".

El caballo se quedó pensando en las palabras del anciano sabio mientras regresaba al prado. Poco a poco, comenzó a darse cuenta de que su verdadera belleza no estaba en su color o apariencia exterior, sino en su valentía y determinación.

Decidido a demostrarle al mundo que era un caballo especial sin importar su color, Blanquito se preparó intensamente para la fiesta de los Caballos del Vino. Entrenó duro cada día y se aseguró de estar en forma para la competencia.

Finalmente llegó el día tan esperado. Los caballos se reunieron frente a una gran multitud emocionada para mostrar sus habilidades y elegir al ganador. Blanquito estaba nervioso pero confiado en sí mismo.

Cuando llegó su turno, Blanquito corrió con gracia y elegancia por el recorrido establecido para la competencia. Su velocidad y destreza dejaron boquiabiertos a todos los espectadores. Al finalizar la competición, el jurado anunció que había un empate entre dos magníficos caballos.

Uno de ellos era Blanquito. El público estalló en aplausos y vítores, felicitando a Blanquito por su increíble actuación.

Se dio cuenta de que no necesitaba ser marrón para ser especial y ganador, ya que su verdadera belleza se encontraba en su esfuerzo y confianza en sí mismo. Desde ese día, Blanquito se convirtió en un ídolo para todos los caballos del prado.

Su historia inspiradora recordaba a todos que la verdadera belleza está en el interior y que cada uno es especial a su manera. Y así, Blanquito vivió felizmente el resto de sus días, demostrando al mundo que no importa cómo te veas por fuera, lo importante es cómo te sientes contigo mismo por dentro.

FIN.

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