El caballo volador y el delfín valiente
Era un día soleado en la costa de la ciudad de Mar del Plata, donde las olas del mar se rompían suavemente en la orilla. En el cielo azul, un grupo de gaviotas graznaba alegremente. De repente, algo inusual sucedió: un hermoso caballo, de pelaje blanco como la nieve, comenzó a caer del cielo. La gente en la playa se sorprendió y miraba atónita hacia arriba.
"¡Mirá! ¡Un caballo volador!" exclamó Juanita, una niña de diez años que jugaba cerca del mar.
"¡Es una locura!" respondió su amigo, Tomás, incrédulo. "No puede ser verdad."
Pero mientras todos miraban al cielo, el caballo siguió su descenso, hasta que justo antes de tocar el agua, un delfín elegante llamado Delfi salió del mar.
"¡Agárrate fuerte!" - gritó Delfi mientras saltaba en un magnífico arco y, con su gran boca, logró atrapar al caballo en el aire. Todo fue un espectáculo impresionante.
El caballo aterrizó suavemente sobre el lomo de Delfi, quien, emocionado, lo llevó de regreso al agua.
"¡Eres increíble! No sabía que los delfines podían hacer eso" - dijo el caballo, sorprendido.
"Soy Delfi, el delfín aventurero de estas aguas. ¿Cómo llegaste aquí?" - preguntó Delfi, mirando al caballo con curiosidad.
"Soy Nimbus, el caballo volador. De vez en cuando, me gusta surcar los cielos, pero esta vez me distraje mirando a las estrellas y me caí. No suelo caer en el agua, pero gracias a ti estoy a salvo" - explicó Nimbus, moviendo su cola.
"¡Qué increíble historia! Nunca he conocido a un caballo volador" - sonrió Delfi. "¿Te gustaría explorar el océano conmigo?"
Nimbus, emocionado, asintió. Y así, con mucho cuidado, Delfi llevó a Nimbus a un recorrido submarino. Juntos descubrieron los secretos del océano: coloridos arrecifes de coral, amigos como las tortugas y los pececitos que jugaban alrededor.
Mientras exploraban, Nimbus comenzó a notar que había algo triste entre los habitantes del mar. Un viejo pez payaso estaba buscando a su familia.
"¿Qué te pasa, amigo?" - preguntó Nimbus, acercándose.
"He perdido a mis pequeños peces. Se fueron detrás de las burbujas y no sé dónde están" - respondió el pez con tristeza.
Delfi miró a Nimbus y, juntos, pensaron en cómo ayudar.
"Podríamos usarte como un faro. Atraeremos a los peces con tu luz brillante en el sol" - sugirió Delfi.
Nimbus, intrigado, se iluminó con la luz del sol reflejando su pelaje blanco, y pronto, los peces pequeños comenzaron a acercarse, guiados por la luz.
"¡Ahí están mis hijos!" - gritó el pez payaso, saltando de alegría.
"¡Lo hicimos!" - exclamó Nimbus, sintiéndose fuerte y valiente.
"¡Gran trabajo, amigos!" - dijo Delfi con orgullo. "Esto demuestra que trabajando en equipo, ¡podemos hacer grandes cosas!"
Después de ayudar al pez payaso, Nimbus se sintió tan feliz que decidió que debía regresar al cielo antes de que cayera la noche.
"Gracias por esta maravillosa aventura, Delfi. Nunca olvidaré lo que hemos vivido juntos" - dijo Nimbus.
"Y yo tampoco olvidaré a mi amigo el caballo volador. ¡Vuelve a visitarme!" - respondió Delfi, sonriendo.
Con un salto, Nimbus ascendió nuevamente al cielo, dando grazia a su nuevo amigo, Delfi. Desde entonces, Nimbus siguió volando entre las estrellas, pero siempre llevaba en su corazón la valiosa lección de que la amistad y la colaboración pueden hacer del mundo un lugar mejor.
Y así terminó la historia: un caballo y un delfín unieron su mundo, recordando siempre que juntos podían superar cualquier desafío.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.