El Cachorro Perdido
Era un día soleado y hermoso en la plaza del barrio. La pequeña Sofía, de cinco años, estaba disfrutando de los columpios cuando se distrajo y perdió de vista a su mamá.
Corrió por todos lados buscándola, pero no la encontraba por ninguna parte. Sofía comenzó a sentirse angustiada y asustada al darse cuenta de que estaba sola en medio de una multitud. De repente, escuchó unos ladridos provenientes detrás de unos arbustos cercanos.
Se acercó para ver qué era lo que ocurría y descubrió a un cachorro abandonado. El perrito era pequeño, animal y muy tierno. Tenía unos grandes ojos negros que parecían pedir ayuda.
Sofía sabía que tenía que hacer algo para ayudarlo. Lo tomó en sus brazos y decidió buscar a alguien que pudiera cuidar del cachorro mientras ella encontraba a su madre.
Caminando con el perro entre sus brazos, llegaron hasta el puesto de helados donde trabajaba Don Carlos, el dueño del local. Él notó la angustia en los ojos de Sofía y le preguntó qué había pasado. "Me perdí", respondió la niña con voz temblorosa mientras mostraba al cachorro.
Don Carlos entendió inmediatamente lo ocurrido e hizo todo lo posible para tranquilizarla. "No te preocupes pequeña, vamos a encontrar a tu mamá". Mientras tanto, un grupo de niños se había reunido alrededor del puesto observando al cachorro con admiración"¡Qué bonito!", exclamaron algunos.
"¿De quién es ese perrito?", preguntó uno de ellos. "No lo sé, es un cachorro abandonado que Sofía encontró", respondió Don Carlos. Los niños se emocionaron al escuchar esto y comenzaron a hablar sobre cómo podrían ayudar al perrito.
Decidieron hacer una colecta para comprarle comida y juguetes. Incluso algunos de ellos ofrecieron llevarlo a sus casas para cuidarlo mientras encontraban un hogar permanente para él. Sofía sonrió al ver cómo los demás se preocupaban por el bienestar del cachorro.
Se sintió reconfortada en medio de su angustia y tristeza. Pero aún así, seguía buscando a su mamá.
Finalmente, después de muchas vueltas por la plaza, Sofía vio a su madre corriendo hacia ella con lágrimas en los ojos. La abrazó fuertemente mientras le contaba todo lo que había pasado. "Estoy tan feliz de haberte encontrado hija mía", dijo su madre. "Te amo tanto".
Sofía también estaba muy contenta de haber encontrado a su mamá y le mostró el cachorro que había rescatado. Su madre quedó encantada con el perro y decidió adoptarlo como mascota familiar. Desde ese día en adelante, Sofía visitaba la plaza todos los días con su nuevo amigo animal.
Los niños del barrio también se unieron a ellos para jugar juntos y disfrutar del sol radiante en la plaza. La pequeña aprendió una valiosa lección esa tarde: siempre hay esperanza incluso cuando las cosas parecen sombrías.
Además, aprendió que los animales necesitan amor y protección como cualquier ser viviente.
FIN.