El cachorro perdido
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una pastelera llamada Carmen. Carmen era conocida por hacer los pasteles más deliciosos de todo el lugar.
Su tienda siempre estaba llena de clientes que venían a disfrutar de sus dulces creaciones. Un día lluvioso, mientras Carmen limpiaba su pastelería, escuchó unos extraños arañazos en la puerta. Curiosa, se acercó y abrió la puerta para ver qué era lo que pasaba.
Para su sorpresa, no había nadie allí. Rascándose la cabeza, decidió cerrar la puerta nuevamente. Justo cuando estaba a punto de volver a su trabajo, vio algo moverse cerca de la vitrina donde exponía sus magníficos pasteles.
Al acercarse lentamente, descubrió un adorable cachorro empapado por la lluvia. "¡Oh! ¡Pobrecito!", exclamó Carmen con ternura. Sin pensarlo dos veces, tomó al cachorro en brazos y lo secó con una toalla suave.
El perrito parecía asustado pero también muy feliz por haber encontrado refugio en aquella cálida pastelería. Carmen decidió averiguar si el perro tenía dueño y empezó a buscar alguna identificación en su collar o algún rastro para seguir hasta encontrar a su familia.
Fue entonces cuando notó un pequeño colgante dorado con las iniciales —"MN" . Supuso que esas eran las iniciales del nombre del dueño del perro. Decidida a encontrar al propietario del cachorro perdido, Carmen preguntó entre sus clientes habituales si alguien conocía a alguien con esas iniciales.
Después de un rato, una señora mayor que siempre compraba pasteles en su tienda le dijo que las iniciales pertenecían a la hija del noble rico del pueblo, llamada Martina Núñez.
Carmen se llenó de alegría al saber que estaba cerca de encontrar al dueño del cachorro. Sin embargo, también sintió preocupación por la niña y cómo estaría extrañando a su querida mascota.
Decidida a reunirlos, Carmen tomó el cachorro en sus brazos y se dirigió hacia la mansión donde vivía Martina Núñez. Al llegar allí, tocó la puerta y fue recibida por una mujer elegante vestida con ropas finas. "Perdóneme", comenzó Carmen tímidamente.
"Encontré este adorable cachorro cerca de mi pastelería y noté que tiene el collar con las iniciales —"MN" . ¿Podría ser propiedad de su hija Martina?"La mujer pareció sorprendida al ver al perro y escuchar lo que Carmen tenía para decir.
Explicó que Martina había estado muy triste desde que su querido perro desapareció esa mañana durante un paseo bajo la lluvia.
Sin perder tiempo, Carmen entregó el cachorro a la madre de Martina, quien no podía contener las lágrimas de felicidad al ver a su amado perro sano y salvo. Agradecida, le ofreció una recompensa generosa a Carmen por haber encontrado a su mascota perdida. Pero Carmen rechazó cualquier tipo de recompensa. "No necesito nada más", dijo sonriendo.
"Saber que he reunido a una niña con su fiel amigo es suficiente para mí". Martina, muy emocionada y agradecida, abrazó fuertemente a Carmen. Desde aquel día, la pastelera y la niña se hicieron amigas inseparables.
Martina solía visitar la pastelería de Carmen y ayudarla en sus creaciones dulces. La historia de Carmen y el cachorro perdido se convirtió en un ejemplo de bondad y generosidad en toda la comunidad.
Inspirados por su historia, las personas comenzaron a mostrar más empatía hacia los animales perdidos, asegurándose de cuidarlos y encontrarles hogares amorosos.
Y así, gracias a un pequeño cachorro perdido bajo la lluvia, una pastelera logró no solo hacer feliz a una niña sino también enseñarle al mundo el valor de ayudar a otros sin esperar nada a cambio.
FIN.