El cachorro salvaje
Olivia y Helena estaban jugando en el jardín de su casa cuando de repente, escucharon un ruido extraño. Se acercaron para ver qué era y se encontraron con un cachorro de perro salvaje.
-¡Mira Olivia! ¡Un cachorrito! -dijo Helena emocionada. -Ojalá pudiéramos quedarnos con él, pero es un animal salvaje, no podemos tenerlo como mascota -respondió Olivia preocupada. Pero el cachorro parecía haberse perdido y no había nadie a la vista que pudiera ser su dueño.
Las hermanas decidieron cuidarlo hasta encontrar una solución. Durante los primeros días, el cachorro se mostró muy salvaje e inquieto. Olía todo lo que encontraba a su paso y corría sin parar por el jardín.
Las niñas intentaron acercarse para darle comida pero él las gruñó y se alejó rápidamente. -¿Qué vamos a hacer? No podemos dejarlo así -dijo Helena triste. -No sé... Tal vez deberíamos buscar ayuda profesional para poder educarlo adecuadamente -respondió Olivia pensativa.
Las hermanas investigaron en internet sobre cómo domesticar animales salvajes y descubrieron que necesitaban mucha paciencia, amor y constancia. También encontraron información sobre expertos en comportamiento animal que podrían ayudarlas.
Finalmente, contactaron a un especialista en perros salvajes de Australia llamado Tomás, quien les dio algunos consejos útiles para empezar:-Lo primero que debemos hacer es ganarnos la confianza del cachorro poco a poco. No le tengas miedo pero tampoco lo fuerces a acercarse si no quiere -dijo Tomás.
Las niñas siguieron las indicaciones de Tomás y poco a poco lograron que el cachorro se acercara sin gruñir. Le daban comida, agua y le hablaban con voz suave para tranquilizarlo.
Después de algunas semanas, el cachorro empezó a mostrar cambios en su comportamiento. Ya no corría tanto por el jardín y se acercaba más confiado a las niñas. Incluso les permitió tocarlo y jugar con él. -¡Mira Olivia! ¡Ya se deja acariciar! ¡Está aprendiendo! -exclamó Helena emocionada.
-Sí, estamos haciendo un buen trabajo juntas -respondió Olivia sonriendo. Pero la tarea de educar al cachorro no fue fácil. Había momentos en los que retrocedía en su avance y volvía a mostrarse salvaje e inquieto.
Las niñas debían ser pacientes y comprensivas para poder ayudarlo. Un día, mientras estaban jugando con el cachorro, escucharon un ruido afuera de la casa. Era una camioneta grande que había llegado cargada con cajas y bolsas llenas de cosas extrañas.
-¿Quiénes son? ¿Qué quieren? -preguntó Helena preocupada. Las hermanas salieron corriendo hacia la camioneta para investigar qué estaba pasando. Al llegar allí encontraron a dos hombres desconocidos que parecían estar buscando algo dentro de sus cajas. -Disculpen...
¿Podemos ayudarlos en algo? -preguntó Olivia amablemente. Los hombres se sorprendieron al verlas pero finalmente les explicaron que eran biólogos de Australia y que estaban buscando a un cachorro de perro salvaje que se había escapado de su laboratorio.
-¿Un cachorro como este? -dijo Helena señalando al animal. -Sí, exactamente ese. ¿Cómo lo encontraron? -preguntó uno de los hombres sorprendido.
Las hermanas les contaron toda la historia y les mostraron cómo habían logrado domesticarlo poco a poco con la ayuda del especialista Tomás. Los biólogos se quedaron impresionados por el trabajo de las niñas y decidieron dejarles al cachorro como recompensa por su esfuerzo y dedicación. -¡Es nuestro! ¡Es nuestro! -gritó Helena emocionada mientras abrazaba al cachorro.
Olivia sonrió feliz. Había sido una tarea difícil pero habían logrado educar al cachorro salvaje y ganarse su confianza. Ahora tenían un nuevo amigo en casa para cuidar y querer para siempre.
FIN.