El café con leche paciente
Había una vez un café con leche muy especial. Era servido todas las mañanas en una taza de porcelana blanca con flores rosas, justo al lado de la ventana.
El sol entraba por ella y el vapor del café se elevaba en el aire. Un día, Ana, la dueña de la casa, decidió calentar demasiado el agua para hacer el café. Cuando lo sirvió en su taza favorita, notó que estaba tan caliente que no podía beberlo.
"Ay, este café está demasiado caliente", dijo Ana mientras soplaba suavemente sobre la superficie humeante. Pero no importa cuánto soplara o esperara a que se enfriara un poco, seguía estando muy caliente para tomarlo.
El café con Leche se sintió triste porque nunca antes había sido rechazado así. Él siempre había sido el protagonista de las mañanas de Ana y ahora sentía que no era lo suficientemente bueno para ella.
Mientras tanto, los otros elementos del desayuno comenzaron a preocuparse por él. La tostada le preguntó:"¿Qué pasa amigo? Pareces estar triste hoy". "Es solo que Ana no quiere tomarme porque estoy muy caliente", respondió el Café con Leche con voz temblorosa.
La mermelada sonrió comprensiva y dijo:"No te preocupes amigo, todo saldrá bien. Tal vez sólo necesitas un poco más de tiempo para enfriarte". Los minutos pasaron y finalmente llegó el momento en que Ana volvió a intentar beber su querido café con leche.
Pero esta vez fue diferente: estaba perfectamente templado y delicioso como siempre lo había sido. "¡Qué rico está hoy el café con leche!", exclamó Ana, sorprendida por la deliciosa mezcla de sabores.
El Café con Leche se sintió feliz y orgulloso de sí mismo porque había logrado superar su problema. Y desde entonces siempre estuvo consciente de que a veces necesitaba un poco más de tiempo para enfriarse antes de poder ser disfrutado completamente.
La moraleja de esta historia es que no debemos sentirnos mal cuando algo no sale bien al principio. A veces sólo necesitamos un poco más de tiempo y paciencia para alcanzar nuestro potencial completo.
FIN.