El Cambiazo de Lucas



Era una mañana soleada en la Escuela Primaria “Los Girasoles”. Los alumnos estaban en sus aulas, listos para aprender, excepto Lucas, un niño travieso conocido por sus maldades. Lucas, con su camiseta verde y una sonrisa pícara, disfrutaba causando problemas. Siempre molestaba a los demás, ocultaba los lápices de sus compañeros y nunca hacía la tarea.

Un día, la maestra Ana, una persona muy querida por los alumnos, decidió hacer un concurso de talentos. "El objetivo es mostrar lo mejor de cada uno y disfrutar juntos. Al finalizar, habrá un premio sorpresa", anunció emocionada. Todos comenzaron a pensar qué talento mostrar, excepto Lucas, quien solo planeaba hacer travesuras durante la presentación.

La semana del concurso llegó, y todos estaban ansiosos. En el patio, los compañeros practicaban. Lucas, con cara de desinterés, se burlaba de ellos. "¿Por qué perder el tiempo en cosas aburridas?" -se reía mientras escondía el tambor de Tomás, un chico que iba a tocarlo.

Esa tarde, mientras Lucas caminaba hacia su casa, se encontró con una niña, Clara, que estaba ensayando su danza. "¿Por qué no venís a jugar con nosotros?", le preguntó Clara. "¡Bostezos! A mí no me gustan esas cosas, prefiero jugar a ser un superhéroe", respondió Lucas, dando una vuelta sobre sí mismo.

Sin embargo, mientras caminaba, Lucas se sintió un poco extraño al ver la alegría en las caras de sus compañeros. "¿Será que participar en algo los hace tan felices?", pensó, aunque no quería admitírselo.

Finalmente, el día del concurso llegó. Los alumnos estaban nerviosos y emocionados. Todos mostraron lo que sabían hacer: cantaron, bailaron y hasta hicieron trucos de magia. Lucas, que al principio solo quería hacer lío, sintió envidia de la atención que estaban recibiendo. "Tal vez yo también pueda hacer algo`, murmuró para sí mismo.

Justo cuando pensaba eso, escuchó a sus compañeros hablar sobre cómo sus actuaciones les ayudaban a expresarse, a ser valorados por lo que eran. "¿Por qué no hice esto antes?", se preguntó, sintiéndose un poco triste.

Cuando llegó su turno, todos esperaban ansiosos. Lucas, en lugar de hacer su habitual travesura, se sintió inspirado. "Puedo hacer algo divertido también, quizás un truco de magia", decidió de repente. Se acercó al escenario, miró a su maestra, y con timidez, dijo: "Hoy les haré una magia... la magia de la amabilidad".

Siguió hablando. "Voy a desaparecer las malas actitudes y en su lugar, invocaré la alegría". Los otros, sorprendidos, comenzaron a aplaudir cuando él hizo un gesto mágico y sonriente. Con cada palabra y acto cómico que hacía, la sala vibraba de risas. La maestra Ana se sintió orgullosa.

Cuando terminó su actuación, Lucas no solo había divertido a todos, sino que también se dio cuenta de lo bien que se sentía al ser parte de algo. Cuando el concurso concluyó, la maestra Ana le entregó un pequeño trofeo y le dijo: "Lucas, estoy muy orgullosa de ti. Has mostrado algo que no siempre se ve: la verdadera amistad".

Desde ese día, Lucas empezó a cambiar. Aprendió a ser amable y a participar en las actividades. Se unió a sus compañeros en juegos y ensayos, convirtiéndose en un amigo leal, en lugar del compañero travieso. La maestra Ana vio su progreso y decidió que él sería un representante de su clase, para inspirar a otros.

Así, Lucas se transformó en alguien querido por todos, recordando siempre que la verdadera magia no estaba en hacer travesuras, sino en hacer sonreír a los demás. Y cada vez que veía a algún compañero triste, él se acercaba y decía con una sonrisa: "¿Te gustaría jugar?".

El cambiazo de Lucas fue un ejemplo para todos, enseñando que siempre se puede cambiar para mejor y que ser parte de un grupo puede ser la mayor aventura de todas.

FIN.

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