El cambio de Alejo


En un pequeño pueblo llamado Villa Feliz vivía Alejo, un niño malcriado y egoísta que siempre quería tenerlo todo para él. No le importaba lastimar los sentimientos de los demás con tal de conseguir lo que deseaba.

Un día, Alejo conoció a Sofía y Tomás, dos niños muy amables y generosos que se convirtieron en sus amigos.

Al principio, Alejo solo quería jugar con ellos para obtener más juguetes y golosinas, pero poco a poco fue descubriendo lo maravilloso que era compartir y ser considerado con los demás. Un sábado por la tarde, Sofía invitó a Alejo a su casa para hacer una merienda juntos.

Mientras disfrutaban de unas ricas galletitas caseras, Sofía le contó a Alejo sobre la importancia de ser amable y pensar en los demás antes que en uno mismo.

"¿Sabías que cuando compartimos con los demás nos sentimos mucho mejor? Es lindo ver sonreír a nuestros amigos gracias a algo que les dimos", dijo Sofía. Alejo reflexionó sobre las palabras de su amiga y se dio cuenta de lo egoísta y malcriado que había sido hasta ese momento. Decidió cambiar su actitud y empezar a ser más considerado con los demás.

Los días pasaron y Alejo demostró con hechos lo mucho que había aprendido. Compartía sus juguetes con sus amigos, ayudaba a quienes lo necesitaban e incluso organizaba actividades divertidas para todos en el pueblo.

Un mes después de aquella merienda reveladora, el pueblo entero estaba celebrando una fiesta en honor a la generosidad y bondad de Alejo. Todos estaban felices de ver cómo había cambiado y se había convertido en un niño ejemplar.

Al finalizar la fiesta, Sofía se acercó a Alejo y le dijo: "Estoy muy orgullosa de ti por haber cambiado tu forma de ser. Ahora eres un gran amigo en quien todos podemos confiar".

Alejo sonrió emocionado y abrazó a sus amigos mientras comprendía la verdadera importancia del amor desinteresado hacia los demás. La moraleja de esta historia es que la generosidad y la bondad siempre traen felicidad tanto para quien da como para quien recibe. Ser egoísta solo trae soledad e insatisfacción.

Aprender a compartir y pensar en los demás nos hace mejores personas y nos llena el corazón de alegría genuina.

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