El cambio de corazón


Había una vez en la escuela "San Martín" un grupo de alumnos que siempre se burlaban y molestaban a sus compañeros. Lucas, Sofía, Martín y Julieta eran los líderes de este grupo tan problemático.

Todos los días, estos chicos buscaban a alguien nuevo para hacerle travesuras. Se reían de su ropa, hacían bromas pesadas e incluso les quitaban las cosas sin permiso. Pero lo peor de todo era que siempre encontraban una excusa para justificar sus acciones.

Un día, llegó un nuevo alumno llamado Pedro. Era tímido y tranquilo, pero eso no impidió que el grupo de chicos malos se burlara de él desde el primer momento.

Le decían cosas hirientes y le escondían sus libros. Pedro estaba muy triste por todo esto, pero decidió no dejarse vencer por las burlas. En lugar de responder con violencia o tristeza, decidió hacer algo diferente.

Un día durante el recreo, mientras Lucas y su pandilla estaban riéndose a costa de otro compañero llamado Juanito, Pedro se acercó a ellos con una sonrisa en su rostro. "Hola chicos", dijo Pedro amablemente. "¿Qué quieres?", preguntó Lucas con desconfianza.

"Solo quiero saber si ustedes también tienen sueños", respondió Pedro. Los chicos del grupo se miraron entre sí confundidos. "Claro que tenemos sueños", contestó Martín con orgullo.

Pedro asintió y continuó: "Entonces ¿por qué gastan su tiempo en molestar a los demás? ¿No sería mejor usar ese tiempo para trabajar en sus propios sueños y metas?". Los chicos se quedaron en silencio, reflexionando sobre las palabras de Pedro. Nunca antes habían pensado en eso.

Hasta ahora, solo se preocupaban por divertirse a costa de los demás sin importarles el daño que causaban. "Tal vez tienes razón", admitió Sofía tímidamente. "No podemos justificar nuestras acciones solo porque estamos aburridos o porque nos resulta divertido", agregó Julieta.

Lucas, el líder del grupo, también comenzó a darse cuenta de lo equivocados que habían estado. "Pedro, tienes razón. No hay excusa para nuestro comportamiento. Lo siento mucho por todo el daño que hemos causado".

A partir de ese día, Lucas y su pandilla decidieron cambiar su actitud y convertirse en mejores personas. Dejaron de molestar a sus compañeros y comenzaron a enfocarse en sus propios sueños y metas. Con el tiempo, Lucas descubrió que tenía talento para la música y formó una banda con Martín.

Sofía encontró pasión por la pintura y Julieta decidió ayudar a los más pequeños como maestra. Pedro se convirtió en un gran amigo para todos ellos y les recordaba constantemente la importancia de ser amables con los demás.

Y así fue como aquel grupo de chicos malos se transformó en un grupo de amigos que inspiraban a otros a alcanzar sus sueños mientras respetaban los sentimientos de todos.

La moraleja de esta historia es clara: nunca debemos buscar justificaciones para hacerle daño a los demás. Siempre debemos tratar a los demás con respeto y consideración, ya que cada uno tiene sus propios sueños y metas por alcanzar.

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