El cambio de corazón de Pequeña Miela



En una pequeña ciudad, vivía un chico llamado Pequeña Miela. Era el hijo de Norman Bates, un hombre misterioso que vivía en una casa grande y tenebrosa a las afueras del pueblo. Pequeña Miela solía portarse mal en la escuela: pintaba murales con grafitis en las paredes, tiraba piedras a las ventanas y se burlaba de sus compañeros. Pero dentro de Pequeña Miela había algo más que maldad, algo que le hacía daño por dentro.

Un día, la escuela anunció un concurso de arte para embellecer las paredes del patio. Los niños debían trabajar en equipos y crear una obra que transmitiera un mensaje de amor y amistad. Pequeña Miela fue asignado al grupo de los “rebeldes”, aquellos que siempre causaban problemas. Al principio, se negó a participar, pero algo en su interior le impulsó a hacerlo.

Durante las horas de arte, Pequeña Miela empezó a cambiar. Observó cómo sus compañeros trabajaban unidos, compartían ideas y se apoyaban mutuamente. Sintió envidia de esa unión y, al mismo tiempo, anheló formar parte de ella. Las pinceladas y colores se convirtieron en su escape, en un canal para expresar sus emociones. Comenzó a dibujar imágenes de árboles que representaban la vida, flores que simbolizaban el amor y rayos de sol que irradiaban esperanza.

Los demás niños se sorprendieron al ver las creaciones de Pequeña Miela. No podían creer que el chico malvado de la escuela fuera capaz de pintar con tanto sentimiento. Su obra conmovió a todos y, para su sorpresa, ganaron el concurso.

Ese triunfo marcó un cambio en Pequeña Miela. Comenzó a abrir su corazón a la amistad, el compañerismo y la bondad. Dejó atrás su maldad y se convirtió en un chico amable y solidario. Norman Bates, su padre, también se conmovió por la transformación de su hijo y decidió dejar atrás su vida oscura para apoyarlo en su nuevo camino.

Desde entonces, Pequeña Miela fue un ejemplo en la escuela. Se convirtió en el líder de los “rebeldes”, pero en lugar de causar problemas, los ayudaba a canalizar sus emociones a través del arte. Y así, la escuela se llenó de murales que transmitían mensajes positivos, todo gracias al cambio de corazón de Pequeña Miela.

FIN.

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