El cambio de Fabio
Había una vez un niño llamado Fabio que solía ser muy travieso. Siempre buscaba la manera de molestar a sus compañeros y no respetaba las reglas del juego.
Sus amigos estaban cansados de sus maltratos y decidieron dejar de jugar con él. Un día, cuando Fabio se acercó al parque donde solían reunirse, notó que todos sus amigos estaban jugando juntos sin él. Se sintió triste y solo.
No entendía por qué ya no querían jugar con él. Fabio se sentó en un banco cercano y comenzó a reflexionar sobre su comportamiento. Recordó todas las veces que había empujado, insultado o quitado los juguetes a sus compañeros.
Se dio cuenta de que estaba equivocado y que su actitud había lastimado a los demás. Decidió cambiar y aprender a respetar a sus compañeros. Sabía que no sería fácil ganarse nuevamente la confianza de ellos, pero estaba dispuesto a hacerlo.
Al día siguiente, Fabio llegó al parque con una sonrisa en el rostro y un nuevo propósito en mente: demostrarle a todos que podía ser diferente.
Se acercó tímidamente hacia sus antiguos amigos y les pidió disculpas sinceramente por todo el daño que les había causado. Al principio, algunos se mostraron reacios, pero otros le dieron una oportunidad para demostrar su cambio. Fabio comenzó a comportarse de manera amable y respetuosa con todos.
Ayudaba a reagarrar los juguetes después de jugar, esperaba su turno pacientemente e incluso compartía sus meriendas con aquellos niños que no tenían. Poco a poco, Fabio fue recuperando la amistad de sus compañeros. Juntos volvieron a disfrutar del juego y de divertidas aventuras en el parque.
Todos notaron el gran cambio que había experimentado Fabio y lo felicitaron por su esfuerzo. Un día, mientras jugaban en el parque, un niño nuevo llamado Martín llegó al grupo. Era tímido y no conocía a nadie.
Los demás niños comenzaron a jugar con él y lo incluyeron en todas las actividades. Fabio se dio cuenta de que Martín se sentía solo y decidió acercarse a él.
Le ofreció su juguete favorito para jugar juntos y le mostró cómo hacerlo correctamente. Desde ese momento, Fabio entendió la importancia de ayudar a los demás y ser un buen amigo.
Con el tiempo, todos los niños del parque aprendieron una valiosa lección: nunca es tarde para cambiar si realmente deseas ser mejor persona. Fabio se convirtió en un ejemplo para todos, demostrando que todos podemos aprender de nuestros errores y mejorar nuestras acciones.
Y así, gracias al esfuerzo de Fabio por respetar a sus compañeros, el parque se llenó nuevamente de risas, juegos y amistades verdaderas que durarían para siempre.
FIN.