El cambio de Grumpy



Había una vez un osito llamado Grumpy que siempre estaba de mal humor. Pasaba sus días gruñendo y mostrando su cara más enfurruñada a todos los demás animales del bosque.

Nadie sabía por qué el osito era tan gruñón, pero todos evitaban acercarse a él. Un día, mientras Grumpy caminaba tristemente por el bosque, se encontró con un grupo de ositos muy especiales: los ositos de los valores.

Estos ositos eran conocidos en todo el bosque por ser amables, generosos y respetuosos con todos. Los ositos de los valores se acercaron a Grumpy con una sonrisa en sus rostros y uno de ellos le preguntó: "Hola, ¿cómo te llamas?".

Grumpy respondió con su voz gruñona: "Soy Grumpy y no me importa conocerlos". Los ositos no se dejaron intimidar por la actitud grosera del pequeño oso. Uno de ellos dijo: "Lo entendemos si estás triste o enojado, pero creemos que podemos ayudarte a sentirte mejor".

Grumpy frunció aún más el ceño y les dijo: "No necesito ayuda de nadie". Pero los ositos no se dieron por vencidos. Decidieron seguir al lado del gruñón oso para mostrarle cómo podían hacerlo sentir mejor.

En su primer intento, uno de los ositos le regaló una hermosa flor a Grumpy. El oso gruñón miró la flor durante un momento y luego la tiró al suelo sin decir nada.

"¿Por qué hiciste eso?", preguntó triste el osito de los valores. "No me importa tu estúpida flor", respondió Grumpy con malicia. Los ositos de los valores no se rindieron. Decidieron intentar algo diferente para hacer feliz a Grumpy.

Esta vez, uno de ellos preparó una deliciosa tarta y se la ofreció al gruñón oso. Grumpy miró la tarta y luego la empujó con su pata diciendo: "No quiero tu tarta, es probable que esté amarga".

"Lo siento si te molesta", dijo apenado el osito de los valores, "solo queríamos hacerte sentir mejor". Los días pasaban y los ositos de los valores seguían intentando alegrar a Grumpy sin éxito. Sin embargo, nunca dejaron de ser amables y comprensivos con él.

Un día, mientras caminaban juntos por el bosque, un árbol cayó bloqueando su camino. Todos se quedaron parados sin saber qué hacer. Pero en ese momento, Grumpy tuvo una idea.

El pequeño oso gruñón utilizó toda su fuerza para mover el árbol caído y abrir un camino para todos. Los demás animales del bosque observaron asombrados cómo Grumpy había salvado el día.

Los ositos de los valores corrieron hacia él llenos de alegría y le dijeron: "¡Gracias por ayudarnos! Mostraste que eres valiente y fuerte". Grumpy sonrió tímidamente por primera vez en mucho tiempo y les respondió: "Quizás no sea tan malo tener amigos como ustedes". Desde ese día en adelante, Grumpy aprendió a ser más amable y a valorar la amistad.

Los ositos de los valores le enseñaron que, aunque estuviera de mal humor, siempre había espacio para el amor y la alegría en su corazón.

Y así, Grumpy se convirtió en un osito feliz y cariñoso que compartía su sonrisa con todos los demás animales del bosque. Los ositos de los valores habían logrado cambiarlo para siempre.

FIN.

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