El cambio de Hamburgero



Había una vez un joven llamado Hamburgero, que vivía en un pequeño pueblo llamado Comidalandia. Hamburgero era conocido por su amor incondicional por las hamburguesas. Las disfrutaba en cada almuerzo, cena y hasta como snack a media tarde. ¡Cada vez que alguien organizaba una fiesta, él llevaba hamburguesas de todos los sabores!

Un día, mientras caminaba por el mercado, Hamburgero escuchó a unos chicos hablando entre ellos. "¿Viste cómo corre Pablo el del fútbol? ¡Es rapidísimo! No para nunca!" dijo uno. "Sí, yo quisiera ser así, pero nunca puedo, me canso muy rápido..." añadió otro. Hamburgero sintió un pequeño nudo en el estómago al darse cuenta de que él también tenía problemas para correr. Casi siempre se quedaba fuera de los juegos, agotado después de unos pocos minutos corriendo.

Esa noche, mientras se preparaba una hamburguesa para cenar, Hamburgero se miró al espejo y notó que su pancita había crecido bastante. "Quizás necesite hacer un cambio, pero... ¡no puedo vivir sin hamburguesas!" pensó. Sin embargo, decidió que era tiempo de intentarlo. Así que al día siguiente, se levantó decidido y fue al parque.

"Hola, Hamburgero! ¿Vas a jugar al fútbol con nosotros?" le preguntó su amigo Leo.

"La verdad es que no sé si puedo..." respondió un poco inseguro. "¿Por qué no probás a correr un poco más? ¡Te va a gustar!" insistió Leo.

Hamburgero se armó de valor y aceptó. Durante el primer intento, corrió solo unos pocos metros antes de detenerse, sin aliento. Pero, bien decidido, regañó a sí mismo: "¡Tengo que mejorar!" . Así que, decidió que si quería hacer un cambio, debía hacerlo con pequeños pasos.

Al día siguiente, comenzó a caminar todos los días y luego hizo ejercicio por diez minutos. Fue a la verdulería y empezó a llenar su casa de frutas, verduras y lechugas. Cada vez que sentía la tentación de una hamburguesa, optaba por una rica ensalada.

Pasaron las semanas, y Hamburgero notó que podía correr más lejos sin cansarse. Estaba más feliz y más activo. Un día, mientras corría en el parque, se encontró con un grupo de niños que jugaban a la pelota.

"¿Querés unirte?" le preguntó uno de ellos.

"¡Sí!" exclamó Hamburgero emocionado. Era la primera vez que se unía a un juego sin sentir que se iba a desmayar.

Instalado en la diversión, Hamburgero se sorprendió, sintía que podía correr todo el día. Luego de un rato de jugar, uno de los chicos le dijo: "¡Sos buenísimo! ¿Queres entrenar con nosotros para el torneo del barrio?"

"¡Claro!" dijo Hamburgero, y en ese momento, se sintió el más feliz del mundo.

Con el tiempo, Hamburgero siguió entrenando y incluso llegó a hacer su propia versión de hamburguesas: ¡hamburguesas de pollo al horno! Organizó un día de juegos de fútbol en el parque y llevó muchas hamburguesas saludables. Todos sus amigos se divirtieron y disfrutaron de su comida, se sentían felices y llenos de energía.

A medida que pasaron los meses, Hamburgero no solo había cambiado físicamente, sino que también se hizo un gran amigo del deporte. Estaba más feliz, lleno de energía, y se dio cuenta de que uno puede disfrutar de la comida de manera saludable.

Así, Hamburgero aprendió que se puede hacer un cambio sin dejar de lado lo que más te gusta, solo hay que encontrar un equilibrio. Comenzó a decirles a todos en Comidalandia que se podía comer hamburguesas saludables y hacer ejercicio que, aunque costaba, valía la pena. Y así, inspiró a todos sus amigos a unirse al movimiento saludable.

"¡Salud y hamburguesas saludables para todos!" gritó Hamburgero un día en el parque, mientras sus amigos reían y aplaudían. Y así, con esfuerzo, dedicación y muchas risas, Hamburgero se convirtió en un verdadero héroe de su comunidad.

FIN.

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