El cambio de juego



Había una vez un niño llamado Benjamín, quien a sus 7 años descubrió su amor por el deporte. Desde muy pequeño, jugaba al fútbol con sus amigos en el parque cerca de su casa.

Pero había algo que no le terminaba de gustar del fútbol. Un día, los padres de Benjamín decidieron inscribirlo en una escuela de básquetbol. Al principio, él se mostró un poco reacio y dudoso, ya que nunca antes había practicado ese deporte.

Sin embargo, decidió darle una oportunidad y asistió al primer entrenamiento. Al llegar a la cancha, Benjamín sintió una emoción indescriptible. Era como si hubiera encontrado algo que realmente le apasionaba.

El sonido del balón botando y el ritmo acelerado del juego lo hicieron sentir vivo. La práctica fue intensa pero divertida. Benjamín aprendió nuevos movimientos y técnicas mientras se divertía con sus compañeros de equipo.

Al finalizar la sesión, regresó a casa con una enorme sonrisa en su rostro y les contó emocionado a sus padres sobre su experiencia. A partir de ese día, Benjamín se convirtió en uno de los mejores jugadores de básquetbol en la escuela.

Su dedicación y pasión por el deporte lo llevaron a mejorar cada día más. Sus compañeros admiraban su talento y esfuerzo.

Un año después, llegó la noticia que cambiaría por completo la vida de Benjamín: ¡habían seleccionado al mejor jugador para representar al país! Todos estaban ansiosos por saber quién sería el elegido. El día de la selección llegó y Benjamín estaba nervioso pero emocionado. Sabía que había trabajado duro y estaba dispuesto a dar lo mejor de sí mismo.

Al entrar a la cancha, se encontró con otros jugadores talentosos, pero confió en sus habilidades. El entrenador observó detenidamente el desempeño de cada jugador durante las pruebas.

Después de un largo proceso, anunció al elegido para representar al país en el equipo nacional de básquetbol: ¡era Benjamín! Todos los presentes aplaudieron emocionados mientras Benjamín saltaba de alegría. Sus padres estaban llenos de orgullo y felicidad por su logro.

No podían creer cómo ese niño que antes no se sentía completamente satisfecho con el fútbol había encontrado su verdadera pasión en el básquetbol. A partir de ese momento, Benjamín se convirtió en un referente para muchos niños que también soñaban con destacarse en el deporte.

Les enseñaba que nunca debían tener miedo de probar cosas nuevas y seguir sus sueños, incluso si eso implicaba dejar atrás algo que ya conocían. Benjamín continuó practicando y jugando al básquetbol con todo su corazón.

Representar a su país era un honor para él, pero lo más importante era disfrutar del juego y compartir esa pasión con los demás.

Y así fue como Benjamín demostró al mundo que cuando sigues tu corazón y persigues tus sueños, puedes convertirte en alguien extraordinario sin importar cuál sea tu edad o tus experiencias previas. El básquetbol le dio una nueva oportunidad a este pequeño niño argentino, y él la aprovechó al máximo.

FIN.

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