El Cambio de Keyla



Había una vez una niña llamada Keyla que vivía en un pequeño pueblo. Keyla tenía tres perritos a los que había llamado Max, Toby y Lila. Sin embargo, a pesar de tener a estos adorables compañeros, Keyla no trataba bien a sus mascotas. A menudo, los empujaba o les daba pequeños golpes cuando se sentía enojada o frustrada.

Un día, mientras Keyla jugaba en el parque, se encontró con un niño llamado Tomás. Él estaba acariciando a su perrito, que era muy juguetón y se movía de un lado a otro, llenando de alegría el lugar.

"¡Qué perro tan lindo!" - dijo Keyla con una sonrisa.

"Sí, se llama Rocky y es muy cariñoso. ¿Tienes perritos?" - le preguntó Tomás.

"Sí, tres, pero a veces no los trato bien" - confesó Keyla, bajando la mirada.

Tomás puso cara de sorpresa y un poco de tristeza. "¿Por qué los lastimas? Ellos solo quieren jugar contigo y te aman..."

Keyla sintió un nudo en el estómago. Nunca había pensado en eso. Se dio cuenta de que los perritos eran sus amigos y que ellos merecían amor y respeto.

Al llegar a casa, se encontró con Max, Toby y Lila, que la miraban con sus ojos brillantes y llenos de amor. Keyla no pudo evitar sentirse culpable.

"Lo siento tanto, chicos. No quiero lastimarlos más. Quiero ser una mejor dueña" - les dijo, mientras les acariciaba la cabeza a cada uno.

Desde ese día, Keyla decidió cambiar. Comenzó a jugar con ellos, a darles golosinas y a llevarlos al parque a correr y jugar. Pronto, los tres perritos se convirtieron en sus mejores amigos. Juntos pasaban horas disfrutando de la naturaleza y de la compañía mutua.

Un mes después, Keyla participó en un concurso de talentos del pueblo donde podía mostrar la habilidad que había desarrollado con sus perritos. Hizo una pequeña rutina con trucos que habían aprendido juntos. Al final de la presentación, el público aplaudió y aclamó.

"¡Eran los mejores perritos que he visto!" - gritó una niña del público.

"¿Ves, Keyla? Ellos son felices contigo porque ahora les das amor" - le dijo Tomás, sonriendo.

Cuando se anunciaron los ganadores del concurso, Keyla y sus perritos recibieron un hermoso trofeo. Esa noche, al mirar el trofeo en su habitación, Keyla entendió que el verdadero premio no era el trofeo, sino el amor y la alegría que había compartido con sus amigos animals.

Y así, Keyla aprendió que el amor y el respeto son la base de cualquier relación. Desde entonces, su hogar siempre estaba lleno de risas, juegos y relucientes colas moviéndose de felicidad.

Keyla no solo había cambiado su forma de tratar a sus perritos, sino que también se había convertido en una niña más feliz y compasiva. Y cada vez que alguien le preguntaba sobre sus perritos, sonreía y decía: "Ellos son todo para mí, y siempre merecen lo mejor". Así, Keyla y sus perritos vivieron felices, aprendiendo juntos sobre el amor y la amistad.

FIN.

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