El Cambio de Lucas



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Arcoíris, un niño llamado Lucas. Lucas era conocido por ser bastante travieso y, a menudo, se comportaba de manera agresiva con sus compañeros. Su mejor amigo, Mateo, solía ser su blanco favorito.

Un día, en el recreo, Lucas empujó a Mateo en la cancha de fútbol. Mateo cayó al suelo y se rasguñó la rodilla."¿Por qué me empujás, Lucas?" -le preguntó Mateo, con lágrimas en los ojos.

"Porque soy más fuerte, y a mí me gusta ganar!" -respondió Lucas, riendo mientras se daba la vuelta.

Mateo se sintió triste, no solo por el golpe, sino porque pensaba que Lucas no quería ser su amigo de verdad. Sin embargo, lo que Lucas no sabía era que había una sorpresa esperándolo al día siguiente.

Al llegar a la escuela, Lucas encontró una carta en su escritorio. Era de la maestra Ana, que había decidido organizar un concurso de talentos. "¡Hoy tendrás la oportunidad de mostrarle a todos lo que realmente sabés hacer!" -dijo la maestra con una sonrisa. Lucas sintió un cosquilleo de emoción, pero también un poco de nervios.

Ese día, mientras todos los niños ensayaban sus talentos, Lucas decidió presentarse con un truco de magia. Sabía que tenía que impresionar a todos. Sin embargo, a medida que el concurso se acercaba, se dio cuenta de que debía practicar. Pero, por dentro, sentía que había algo más que debía cambiar.

Al llegar su turno, Lucas subió al escenario, pero en lugar de hacer su truco, se acordó de Mateo y de todo lo que había hecho. "Hola a todos, soy Lucas. Hoy no voy a hacer un truco de magia. Más bien, quiero pedir disculpas a Mateo. Siempre lo empujo y eso no está bien. No quiero ser un bully más. Estoy tratando de ser una mejor persona."

El auditorio enmudeció por un instante, y todos los niños miraron a Lucas sorprendidos. Mateo, que estaba sentado en la primera fila, se levantó y sonrió. "Gracias, Lucas. Te perdono. Todos podemos aprender a ser mejores."

El resto de los compañeros comenzaron a aplaudir. "¡Bien, Lucas! ¡Es excelente ver que te estás esforzando!" -gritó una niña.

A partir de ese día, Lucas hizo un esfuerzo consciente por ser amable y ayudar a los demás. Comenzó a jugar en equipo y no a ser el jefe de los juegos. Con el tiempo, Lucas y Mateo se convirtieron en grandes amigos. Festejaban sus cumpleaños juntos, hacían tareas en grupo y compartían secretos.

Un día, después de la escuela, Lucas invitó a Mateo a su casa. "Vamos a jugar juntos, ¡quiero mostrarte mi nuevo juego de video!" -dijo Lucas emocionado.

"¡Genial! Pero prometeme que no me empujarás!" -bromeó Mateo entre risas.

"¡Prometido! Solo quiero que se diviertan todos," -resolvió Lucas.

Desde aquel día, los dos niños aprendieron a apoyarse mutuamente y a ser amigos de verdad. Lucas se dio cuenta de que ser amable y solidario lo hacía mucho más feliz que ser agresivo. Aprendió que el verdadero triunfo no estaba en ganar, sino en compartir y disfrutar con los demás.

Así, Lucas, el niño que antes lastimaba a sus compañeros, se convirtió en un chico querido por todos. Todos en Arcoíris lo recordaban como el niño que eligió cambiar para bien, y eso hacía la escuela un lugar mejor para todos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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