El cambio de Martín



Había una vez un niño llamado Martín que era muy inquieto y le encantaba jugar en clase. Siempre se levantaba de su asiento, hablaba con sus compañeros y no prestaba atención a las explicaciones de la maestra Emilia.

Un día, mientras la maestra estaba explicando una lección importante, Martín estaba distraído jugando con su lápiz. La maestra Emilia, notando su falta de atención, le pidió amablemente que guardara silencio y prestara atención.

Martín, sin embargo, respondió de forma prepotente: "¡Qué aburrido es esto! No quiero escuchar tus aburridas clases". Los demás niños se sorprendieron por su respuesta y la maestra Emilia frunció el ceño. Después de ese incidente, Martín continuó comportándose mal en clase.

Jugaba a escondidas bajo el pupitre, hacía ruidos molestos e interrumpía constantemente las actividades educativas. La paciencia de la maestra Emilia llegó a su límite y comenzó a acumular reportes sobre el mal comportamiento de Martín.

Poco a poco, los reportes empezaron a acumularse en el escritorio de la maestra Emilia. Cada uno detallaba las travesuras y desobediencias del niño travieso. Martín no se preocupaba mucho por esos informes; pensaba que nunca tendrían consecuencias reales para él.

Sin embargo, un día algo cambió en la actitud del pequeño Martín. Mientras revisaban los deberes en clase, la maestra Emilia decidió leer algunos extractos de los reportes acumulados.

"Martín, hoy leeré lo que dice el último reporte sobre tu comportamiento", anunció. Martín se puso nervioso y empezó a sudar. Escuchar su propio mal comportamiento en voz alta frente a sus compañeros fue vergonzoso para él.

La maestra Emilia continuó leyendo: "Martín no presta atención en clase, interrumpe constantemente, no respeta las normas y es irrespetuoso con los demás". Los demás niños escuchaban atentamente mientras Martín se sentía cada vez más avergonzado. Pero algo dentro de él cambió en ese momento.

Se dio cuenta de que su comportamiento estaba afectando negativamente a los demás y también a sí mismo.

Después de terminar la lectura del reporte, la maestra Emilia miró fijamente a Martín y le dijo: "Martín, todos cometemos errores, pero es importante aprender de ellos y cambiar nuestro comportamiento". Martín asintió con la cabeza y prometió hacerlo mejor en adelante. Desde aquel día, comenzó a prestar atención en clase, participaba activamente y respetaba las normas establecidas por la maestra Emilia.

Con el tiempo, los reportes negativos dejaron de llegar al escritorio de la maestra Emilia.

En cambio, comenzaron a llegar informes positivos sobre el nuevo comportamiento de Martín: cómo ayudaba a sus compañeros, cómo prestaba atención durante las clases e incluso cómo se había convertido en un líder positivo entre sus amigos. La actitud de Martín inspiró a otros niños también. Comenzaron a ver que cambiar su forma de ser podía traerles beneficios tanto dentro como fuera del salón de clases.

Desde ese día, Martín aprendió una valiosa lección: que el respeto y la atención son importantes en cualquier situación. Aprendió a controlar su inquietud y a valorar el conocimiento que la maestra Emilia les brindaba.

Y así, Martín se convirtió en un ejemplo para todos los niños de la escuela. Aprendió que los errores pueden ser oportunidades para crecer y cambiar, y que con esfuerzo y determinación, podemos convertirnos en las mejores versiones de nosotros mismos.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!
1