El cambio de Mateo
Había una vez un niño llamado Mateo que, por alguna razón, siempre se metía en problemas en la escuela. Pegaba a sus compañeros y causaba conflictos constantemente.
Un día, mientras jugaban en el patio de recreo, Mateo estaba peleando con otro niño. La maestra Sofía se acercó rápidamente para separarlos y los llevó al salón de clases. Pero esta vez, algo fue diferente.
En lugar de regañarlo como siempre hacía, la maestra decidió hablar con él de una manera calmada y comprensiva. "Mateo, sé que últimamente has estado peleando mucho con tus compañeros. ¿Puedes decirme qué te está pasando?"- le preguntó la maestra Sofía con ternura.
Mateo bajó la mirada y suspiró profundamente antes de responder:"No sé... Me siento frustrado y enfadado todo el tiempo. No sé cómo controlar mis emociones". La maestra Sofía entendió que Mateo necesitaba ayuda para manejar sus emociones y comportamiento agresivo.
Decidió buscar soluciones creativas para ayudarlo. Al día siguiente, la maestra organizó una actividad especial en el aula: un taller sobre manejo de emociones. Invitó a todos los niños a participar e incluso trajo un experto en emociones llamado Lucas.
Lucas explicó a los niños que todos tenemos diferentes emociones y es normal sentirnos enfadados o frustrados algunas veces. Les enseñó técnicas para reconocer esas emociones y cómo expresarlas adecuadamente sin hacer daño a los demás. Mateo prestaba mucha atención durante el taller.
Comenzó a darse cuenta de que sus acciones negativas estaban afectando a los demás y también a sí mismo. Después del taller, Mateo se acercó al experto en emociones y le dijo:"Lucas, quiero aprender cómo controlar mejor mis emociones.
¿Me puedes ayudar?"Lucas sonrió y aceptó con gusto ayudarlo. Decidieron reunirse una vez por semana para trabajar juntos en el manejo de las emociones. Con el tiempo, Mateo comenzó a aplicar lo que había aprendido.
Cuando sentía rabia o frustración, se tomaba un momento para respirar profundamente y contar hasta diez antes de actuar. También encontró otras formas positivas de canalizar su energía, como practicar deportes o pintar.
Poco a poco, Mateo dejó de pegar a sus compañeros. En lugar de eso, empezó a ser amable y comprensivo con ellos. Se hizo amigo de muchos niños que antes temían estar cerca suyo. La transformación de Mateo fue notoria para todos en la escuela.
La directora decidió premiarlo por su esfuerzo y cambio positivo otorgándole una medalla especial durante una asamblea escolar. Desde aquel día, Mateo se convirtió en un ejemplo para otros niños que también luchaban con el control de sus emociones.
Les enseñaba las técnicas que había aprendido y les recordaba lo importante que era ser respetuosos con los demás.
Y así fue como el niño que solía pegar a sus compañeros se convirtió en un niño amable y comprensivo, capaz de manejar adecuadamente sus emociones. Todos admiraron su valentía y determinación para cambiar, y su historia se convirtió en una inspiración para todos en la escuela.
FIN.