El Cambio de Pedro



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, cuatro hermanos que se querían mucho: Pedro, Estefi, Lolo y Cristian. Sin embargo, Pedro solía portarse mal con sus hermanos.

Les hacía bromas pesadas, les quitaba los juguetes y siempre buscaba la forma de hacerles travesuras. Un día, mientras los hermanos jugaban en el jardín de su casa, Pedro decidió gastarle una broma a Estefi. Tomó su muñeca favorita y la escondió detrás de un arbusto.

Cuando Estefi fue a buscarla y no la encontró por ningún lado, comenzó a llorar desconsoladamente. Los demás hermanos corrieron a consolarla y le prometieron que encontrarían su muñeca perdida.

Mientras tanto, Pedro observaba desde lejos el dolor que había causado con su travesura. En ese momento sintió un fuerte remordimiento en su corazón y supo que lo que había hecho estaba mal.

Decidido a enmendar su error, Pedro se acercó lentamente hacia sus hermanos y les dijo con voz temblorosa: "Chicos, fui yo quien escondió la muñeca de Estefi. Me equivoqué al hacerlo y me siento muy arrepentido". Los demás quedaron sorprendidos ante las palabras de Pedro.

Estefi secó sus lágrimas mientras miraba a Pedro con asombro. "¿De verdad fuiste tú?", preguntó ella incrédula. Pedro asintió con firmeza. "Sí Estefi, fui yo", respondió sinceramente. "Me di cuenta de que no está bien hacerle daño a los demás y quiero cambiar".

Los hermanos se miraron entre sí, sin saber muy bien qué pensar. Pero luego, Lolo dio un paso adelante y dijo: "Pedro, todos cometemos errores. Lo importante es reconocerlos y aprender de ellos".

Cristian asintió en acuerdo, agregando: "Estamos dispuestos a perdonarte, Pedro, pero necesitamos ver que realmente has cambiado". Pedro sabía que tenía mucho trabajo por delante para demostrarles que podía ser un hermano mejor.

Comenzó disculpándose con Estefi y prometiéndole que nunca más le haría una broma pesada. A lo largo de los días siguientes, Pedro fue demostrando con sus acciones que estaba comprometido a cambiar.

Ayudaba a sus hermanos en las tareas del hogar sin que se lo pidieran, compartía sus juguetes y siempre trataba de hacerlos reír con bromas inocentes y divertidas. Poco a poco, la confianza entre los hermanos volvió a crecer. Juntos pasaban tardes enteras jugando en el jardín sin pelearse ni burlarse uno del otro.

Con el tiempo, Pedro se convirtió en el hermano mayor protector y cariñoso que siempre debió haber sido. Aprendió la importancia de tratar a los demás con amabilidad y respeto. Y así fue como Pedro descubrió la magia del perdón y la transformación personal.

A partir de ese momento, su familia vivió felizmente en Villa Alegre porque aprendieron juntos el valor de perdonar y dar segundas oportunidades. Y colorín colorado, esta historia de cambio y redención ha terminado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!