El cambio de Perososzo



Había una vez en un hermoso campo verde, un caballo llamado Perososzo. Pero Perososzo no era como los demás caballos; a él no le gustaba trabajar en el campo ni ayudar a llevar cosas de un lugar a otro.

Siempre buscaba excusas para escaquearse y pasar el tiempo holgazaneando bajo la sombra de un árbol. Un día, los otros animales del campo se cansaron de ver a Perososzo sin hacer nada y decidieron hablar con él.

"Perososzo, ¿por qué nunca quieres trabajar ni ayudar en nada? Todos colaboramos para que nuestro hogar sea mejor, pero tú siempre estás ocioso", le reprochó la vaca Margarita.

"¡Es verdad! ¡Si todos trabajamos juntos, todo es más fácil y divertido!", agregó el cerdito Chanchi. Pero Perososzo solo suspiraba y decía que prefería descansar en lugar de trabajar duro como los demás animales. Esto entristeció mucho a sus amiguitos, quienes empezaron a alejarse poco a poco de él.

Los días pasaban y Perososzo se encontraba cada vez más solo. Ya nadie quería jugar con él ni compartir momentos divertidos. Hasta el perro Lucas, su amigo más cercano, comenzó a evitarlo.

Una mañana soleada, mientras Perososzo seguía acostado sin hacer nada debajo del árbol, escuchó unos ruidos extraños provenientes del bosque cercano. Intrigado, decidió acercarse para ver qué sucedía.

Para su sorpresa, se encontró con que una familia de conejitos estaba en apuros: habían perdido su madriguera por culpa de una tormenta y necesitaban ayuda para encontrar un nuevo hogar antes de que cayera la noche. Sin dudarlo, Perososzo se puso en acción.

Con su fuerza y resistencia, cavó un agujero profundo donde los conejitos pudieron refugiarse y estar seguros. Los conejitos lo miraron asombrados y agradecidos por la generosidad del caballo. "¡Gracias, Perososzo! ¡Eres realmente increíble! Pensábamos que eras perezoso e indiferente, pero ahora vemos lo valiente y bondadoso que eres", dijeron los conejitos emocionados.

Perososzo sintió una calidez en su corazón al escuchar esas palabras. Se dio cuenta de que ayudar a los demás era mucho más gratificante que quedarse inactivo todo el día.

Desde ese momento, decidió cambiar su actitud y ser un miembro activo y solidario de la comunidad animal del campo.

Los días siguientes fueron muy diferentes para Perososzo: trabajaba junto a sus amigos animales en las tareas del campo con entusiasmo y alegría; jugaba con los cachorros traviesos e incluso enseñaba trucos nuevos al resto de los animales.

Y así fue como El Caballo Perososzo aprendió una gran lección: descubrió que el verdadero valor está en contribuir al bienestar común y brindar amor y ayuda desinteresada a quienes lo necesitan. Y desde entonces, todos lo admiraban por ser tan diligente e ingenioso; ¡incluso había recuperado la amistad perdida con sus compañeros gracias a su cambio positivo! Y colorín colorado este cuento ha terminado...

¡pero recuerda siempre ser solidario y generoso como El Caballo Perososozo!

FIN.

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