El Cambio de Sofía



Había una vez una niña de 8 años llamada Sofía. Tenía cabello castaño y unos ojos que brillaban como dos nueces. Sus mejillas estaban siempre rosadas, como si hubiera estado jugando al aire libre todo el día. Pero había algo en Sofía que la hacía diferente. No podía controlar sus emociones y, a menudo, sus palabras salían disparadas como si fueran flechas.

-Un día, en el recreo, Sofía decidió hacer una broma a su amigo Tomás. "¡Mirá, ahí viene el patito!", le gritó mientras señalaba a Tomás, quien venía caminando. "¡No soy un patito!", protestó Tomás, con los ojos bien abiertos, enojado.

Sofía se rió, pero pronto notó que sus amigos se alejaban de ella. "¿Por qué no quieren jugar conmigo?", se preguntaba, mientras se quedaba sola en un rincón del patio.

Un día, mientras caminaba por el parque, Sofía vio a un anciano alimentando a las palomas. Intrigada, se acercó. "¿Por qué lo haces, abuelo?", le preguntó.

-El abuelo sonrió y dijo: "Porque me gusta ver cómo disfrutan. Y a veces, un pequeño gesto de bondad puede cambiar el día de alguien. ¿Sabes? Las palabras son como palomas, pueden traer alegría, pero también pueden lastimar".

Esa pequeña charla dejó una huella en Sofía. Decidió que era hora de cambiar. Comenzó a pensar antes de hablar y a prestar atención a sus compañeros.

En la próxima clase de arte, Sofía vio a Valeria, que se sentía insegura al pintar su cuadro. "Está hermoso lo que hiciste, Valeria", le dijo con sinceridad. Valeria sonrió, y Sofía sintió una calidez en el corazón al ver la felicidad en su rostro.

Con el tiempo, Sofía se hizo amiga de todos. "¿Jugas al escondite con nosotros, Sofía?", le pidieron sus amigos. "¡Claro!", respondió, ya no había más burlas, solo risas y diversión.

Pero un día, ocurrió algo inesperado. Durante un juego, Sofía tropezó y derribó a su amigo Lucas. "¡Sofía! ¿Por qué eres así?", exclamó Lucas. En lugar de reaccionar a la defensiva, Sofía tomó un respiro y pensó: "Lo siento mucho, Lucas. No lo hice a propósito".

"Está bien, a veces las cosas pasan", dijo Lucas, y juntos comenzaron a reír de lo ocurrido. Sofía se dio cuenta de que al ser amable con los demás, sus amistades se volvían más fuertes.

Unas semanas más tarde, el profesor organizó un concurso de talentos. Sofía, al principio, sintió nervios. Pero recordó lo que el abuelo le había dicho sobre la bondad. Decidió hacer un acto donde todos pudieran participar, así nadie se sentiría excluido.

En el día del espectáculo, dijo: "Voy a hacer una obra de teatro sobre la amistad. Pero necesito que todos ustedes me ayuden a inventar los personajes".

Sus amigos no podían estar más emocionados. Cada uno aportó su idea y juntos crearon algo maravilloso. Cuando llegó el día de la presentación, Sofía miró a su alrededor y vio a todos sus amigos sonriendo, listos para actuar.

Al finalizar, recibieron una gran ovación. "¡Lo hicimos juntos!", gritó Sofía, feliz como nunca.

Desde ese día, Sofía aprendió que pensar antes de hablar y ser amable podía abrir un mundo de posibilidades. Ya no era solo esa niña solitaria que no podía controlar sus emociones; se había transformado en una gran amiga que todos adoraban.

Así, Sofía nunca olvidó las lecciones que había aprendido gracias a sus amigos y al abuelo del parque. Y cada vez que quería burlarse o hacer un comentario que no era amable, recordaba esas palomas y elegía ser la mejor versión de sí misma.

Y así fue como Sofía se convirtió en la niña más querida del colegio, rodeada de amigos leales que jugaban y reían juntos. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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