El Cambio de Tito
Era un hermoso día en el jardín de infantes. El sol brillaba y los pájaros cantaban. Tito, un niño de cinco años, se encontraba sentado en la alfombra del aula, sintiéndose un poco mal. Había tenido mucho apetito, pero en casa su mamá siempre le daba comida chatarra: papas fritas, galletitas y refrescos. Tito podía sentir que eso no lo hacía sentir bien, pero no sabía que había algo mejor.
Un día, la maestra Sofía, con su voz dulce y clara, comenzó a hablar sobre la alimentación. "Niños, hoy vamos a aprender sobre lo importante que es alimentarnos sanamente para crecer fuertes y sanos. Todos tenemos derecho a una alimentación saludable".- Tito comenzó a escuchar atentamente.
"¿Qué significa eso, maestra?"- preguntó Tito, con curiosidad.
"Significa que debemos comer frutas, verduras, granos, y proteínas. Eso nos ayuda a tener más energía y sentirnos mejor. No solo se trata de lo que nos gusta, sino de lo que nuestro cuerpo necesita".- respondió la maestra.
Tito frunció el ceño. "Pero a mí me gusta más la comida chatarra. ¡Es tan rica!"-.
"A veces lo rico no es lo más saludable, Tito. Imagina que tu cuerpo es como una planta. Para que crezca hermosa y fuerte, necesita tierra buena, agua y luz del sol. Si solo le das chatarra, no va a crecer bien".- explicó la maestra.
Tito se quedó pensando. "Pero, ¿qué puedo comer en lugar de eso?"-
La maestra sonrió. "¡Hay tanto para elegir! Puedes probar manzanas crujientes, zanahorias dulces, o pollo a la parrilla. Y lo mejor es que hay recetas deliciosas que podemos hacer".-
Al día siguiente, Tito volvió a casa con una idea en mente. "Mamá, quiero comer algo diferente hoy. Quiero comer unas manzanas y verduras. Elijo ser fuerte y sano, como me enseñó la maestra".-
La mamá de Tito lo miró, un poco sorprendida. "Está bien, Tito. ¿Y si hacemos una ensalada juntos?"-.
Tito se iluminó. "¡Siiiii!"- saltó de alegría.
Juntos, fueron al mercado y eligieron doradas manzanas, jugosas zanahorias, y un poco de pollo. Al llegar a casa, lavaron, picaron y cocinaron. Tito nunca había hecho eso y se sintió muy orgulloso.
Cuando la cena estuvo lista, miró su plato lleno de colores. "Mamá, se ve riquísimo"-.
"Y además, te va a hacer sentir muy bien"-, respondió la madre con alegría.
Esa noche, Tito comió con gusto. "Me encanta, mamá. ¡Hagámoslo más seguido!"-
Con el pasar de los días, Tito comenzó a tomar decisiones más saludables. Sus energías aumentaron, y empezaron a jugar deportes en el jardín, donde también notaron su cambio.
La maestra Sofía los elogió: "Veo que todos ahora están más activos y felices. ¡Qué bien que aprendieron sobre la alimentación saludable!"-
Un día, Tito, emocionado, levantó la mano. "Maestra, yo quiero compartir mi receta de ensalada con todos. ¡A todos les puede gustar!"-.
La maestra asintió con aprobación. "¡Esa es una gran idea, Tito!"-
El día de la presentación, Tito llegó con su receta escrita. "Chicos, hoy vamos a preparar ensalada juntos. Es muy rica y saludable. ¡Y además la hicimos para compartir!"-
Sus compañeros, ansiosos, ayudaron con ingredientes y risas. Juntos cocinaron y disfrutaron de una deliciosa y colorida ensalada.
Al salir, Tito sentía que había logrado algo especial. "Gracias, maestra, por mostrarme que puedo comer bien y sentirme mejor"-.
"Los cambios siempre son buenos, Tito. Te felicito. Recuerda siempre la importancia de cuidar de ti mismo, porque solo así puedes ser fuerte"-.
Desde entonces, Tito nunca olvidó lo que aprendió y se convirtió en un campeón de la alimentación saludable en su jardín.
Y así, Tito no solo cambió su manera de alimentarse, sino que inspiró a todos a hacer lo mismo. Y cada día, se sentía más fuerte y feliz.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.