El Cambio de Tomás


Había una vez un niño llamado Tomás, que solía hacerle bullying a sus compañeros en la escuela. Se burlaba de cómo se vestían, de su apariencia y hasta de su forma de hablar.

Nadie quería estar cerca de él porque siempre hacía sentir mal a los demás. Un día, durante el recreo, Tomás estaba solo sentado en una banca cuando llegó un nuevo estudiante llamado Juan. Él era muy tímido y tenía dificultades para hacer amigos.

Tomás vio esto como una oportunidad para hacer lo que mejor sabía: molestar a alguien. "Mira quién tenemos aquí", dijo Tomás con desprecio mientras señalaba al nuevo chico. Juan se quedó paralizado sin saber qué decir o hacer.

Pero algo extraño ocurrió esta vez: en lugar de reírse y seguir con sus burlas, Tomás decidió acercarse a Juan y entablar conversación. "Hola, soy Tomás ¿cómo te llamas?" preguntó amablemente.

Juan no podía creer lo que estaba pasando; después de todo lo que había oído sobre Tomás no esperaba este tipo de actitud por parte del matón escolar. Después de unos momentos incómodos, respondió tímidamente:"Soy Juan".

Tomás pudo ver la tristeza en los ojos del nuevo chico y decidió cambiar su actitud hacia él. Empezaron a hablar más seguido durante el recreo y eventualmente se hicieron amigos.

A medida que pasaban las semanas, Tomás comenzó a darse cuenta del daño que había causado al ser un bully en la escuela. Recordaba todas las veces que había herido a sus compañeros con sus palabras y acciones, y se arrepintió de ello.

Un día, durante una clase de ética en la que se hablaba sobre el acoso escolar, Tomás decidió hablar frente a todos. Con lágrimas en los ojos, confesó que había sido un bully por mucho tiempo y pidió perdón a todos aquellos a quienes había lastimado.

Para sorpresa de Tomás, muchos de sus compañeros también compartieron historias similares y le dieron su apoyo. A partir de ese día, Tomás se convirtió en un defensor contra el bullying en la escuela.

Ayudó a crear un ambiente más amigable para todos los estudiantes y promovió la tolerancia y el respeto hacia los demás. Tomás aprendió que las palabras pueden herir profundamente pero también pueden sanar. Descubrió que ser amable no es debilidad sino fortaleza.

Y lo más importante: encontró amigos verdaderos al dejar atrás su mal comportamiento. Desde entonces, Tomás vivió feliz rodeado de amigos y sin perder nunca esa sonrisa tan especial que lo caracterizaba; enseñando siempre a otros chicos cómo ser mejores personas cada día.

Dirección del Cuentito copiada!