El Cambio de Tomi



Era un día soleado y Tomi estaba jugando videojuegos en su habitación. Su mamá, la señora Laura, entró con una sonrisa en el rostro.

"Tomi, querido, es hora de almorzar. ¿Te gustaría comer algo rico?" - dijo ella, emocionada.

Tomi, frustrado porque no quería dejar su juego, respondió sin pensar:

"¡No me moleste, mamá! Estoy muy ocupado. ¡A mí no me interesa comer!" - y volvió a concentrarse en su pantalla.

La señora Laura, herida pero en silencio, salió de la habitación. Tomi siguió jugando, ignorando cómo había lastimado a su mamá. Sin embargo, a medida que las horas pasaron, una sensación extraña lo invadió; era como un nudo en el estómago, pero no entendía por qué.

Más tarde, Tomi salió a jugar a la plaza con sus amigos. En medio de la diversión, uno de sus compañeros, Lucas, preguntó:

"¿Tomi, ¿no has visto a tu mamá últimamente?"

"¿Para qué? Siempre está en casa haciendo cosas aburridas" - respondió Tomi, sin darle importancia. Pero luego, al mirar el cielo, pensó en su mamá y en cómo había hablado con ella.

Esa noche, al regresar a casa, se encontró con un ambiente triste. La señora Laura había preparado su comida favorita, pero su mirada estaba apagada.

"Mamita, ¿te gustaría cenar conmigo?" - preguntó Tomi con un poco de nerviosismo, ya que sabía que no había sido amable.

"Claro, Tomi. Aunque preferiría que cenemos juntos en el comedor, me encantaría hablar un poco" - respondió ella con una sonrisa que no tenía el mismo brillo de siempre.

Mientras cenaban, Tomi se dio cuenta de que su mamá había hecho un esfuerzo especial para prepararle su plato favorito. La culpa empezó a llenar su corazón.

"Mamá, perdoname por lo que te dije hoy. No debí hablarte así. Te quiero y aprecio todo lo que haces por mí" - dijo Tomi, sintiendo las palabras salir sinceramente de su corazón.

La señora Laura sonrió, y la tristeza en su rostro pareció desvanecerse.

"Gracias, Tomi. A veces, las palabras pueden herir más que un golpe. Es importante ser amables siempre, incluso cuando estamos frustrados" - le explicó, mientras lo miraba a los ojos.

Esa noche, Tomi se durmió pensando en lo que había aprendido. Al día siguiente, decidió sorprender a su mamá. Se levantó temprano y preparó el desayuno. Cuando la señora Laura bajó a la cocina, se sorprendió al ver a Tomi trabajando con entusiasmo y un delantal que le había pertenecido.

"¡Tomi! ¿Qué estás haciendo?" - preguntó la señora Laura, con una mezcla de sorpresa y alegría.

"Preparé pancakes...¡y también café!" - exclamó Tomi, sonriendo anímicamente.

"¡Esto es increíble!" - respondió ella, feliz de ver a su hijo tan entusiasmado.

Mientras desayunaban, Tomi miró a su mamá a los ojos.

"Hoy quiero hacer algo especial. ¿Te gustaría ir al parque después del almuerzo?" - preguntó Tomi, sintiéndose mejor.

"Claro, me encantaría pasar tiempo contigo" - contestó la señora Laura, maravillada por la propuesta de su hijo.

Pasaron la tarde en el parque, disfrutando de juegos y risas. Tomi se sintió más cerca de su mamá que nunca, comprendiendo que pequeños gestos de cariño podían hacer una gran diferencia. Desde ese día, se comprometió a tratarla con amor, respeto y a nunca olvidar lo importante que era valorar el lazo que compartían.

Así, Tomi aprendió que las palabras tienen poder, y que el amor y respeto hacia los demás, especialmente hacia los padres, es fundamental para tener relaciones fuertes y saludables. Y aunque todos pueden cometer errores, lo más hermoso es reconocerlos y aprender de ellos.

FIN.

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