El cambio en Caretolandia



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Había una vez en un lugar muy lejano, una ciudad llamada Caretolandia. Era un lugar lleno de color, pero también había un oscuro secreto en su corazón. Su alcalde, Caretoli, era conocido por su maldad y por no cumplir las normas de la justicia.

Caretoli gobernaba con puño de hierro, y no le preocupaban en absoluto los problemas que enfrentaba su ciudad. La gente tenía miedo de hablar, pues Caretoli siempre los vigilaba y no toleraba las críticas.

Algunos decían:

- “¡Miren cómo Caretoli se lleva el dinero de nuestro pueblo! ”

- “¡Y su hijo, el fiestero, sólo piensa en emborracharse y hacer líos! ”

Su hijo, cuyo nombre era Fiesto, siempre estaba organizando fiestas estruendosas. En lugar de salir a ayudar a su padre, pasaba las noches en las diversiones de Caretolandia, dejando atrás las preocupaciones de sus vecinos.

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Un día, mientras Caretoli preparaba un nuevo decreto que permitiría aumentar sus impuestos, un valiente grupo de niños de Caretolandia decidió actuar. Ellos se llamaban los “Futurobreros”, porque cada uno tenía claro que querían un mejor futuro para su ciudad.

Los Futurobreros estaban liderados por una niña llamada Luna, que era especialmente decidida. Ella dijo a su grupo:

- “No podemos permitir más injusticias, ¡debemos hacer algo! ”

Los demás niños asintieron con la cabeza.

- “¿Qué haremos? ” preguntó Tomás, otro de los Futurobreros.

- “Haremos una protesta pacífica frente al ayuntamiento mañana. La gente necesita ver que no estamos solos”, propuso Luna.

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Así fue como, al día siguiente, se reunieron frente al edificio donde Caretoli trabajaba. Llevaban carteles hechos a mano que decían: “¡Queremos justicia en Caretolandia! ” y “¡Basta de abuso! ”

Mientras tanto, en su casa, el joven Fiesto se despertó con una resaca terrible. Al salir a la calle, se encontró con la multitud de niños, y de repente sintió un extraño impulso en su interior.

- “¿Por qué están haciendo ruido? ”, preguntó confundido.

Luna, siempre dispuesta a hacer amigos, se acercó a él.

- “¡Estamos reclamando un cambio! Caretoli no nos escucha, y necesitamos que esta ciudad sea un lugar mejor para todos. ¿Te gustaría ayudarnos? ”

Fiesto, sorprendido por la propuesta, nunca había pensado que sus excusas para perder el tiempo pudieran convertirse en algo bueno.

- “Yo… no sé…”

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Pero algo despertó en su corazón. En ese movimiento, vio la esperanza de un futuro distinto. Finalmente, contestó.

- “¡Sí, cuenta conmigo! Tengo algunas ideas sobre cómo organizar actividades divertidas que pueden unir a la gente”.

Poco a poco, más y más personas se unieron a los Futurobreros, incluyendo a algunos adultos que habían perdido la esperanza. Caretoli, al ver a su hijo participando en la manifestación, no pudo ignorarlo. Se dio cuenta de que su hijo estaba eligiendo un camino diferente, uno que incluso él nunca había tomado.

Así, el alcalde, enfrentado a la unión de su pueblo y la valentía de su hijo, se sintió presionado a cambiar.

Con el tiempo, Caretoli entendió que la verdadera fuerza no estaba en el poder y el miedo, sino en la unidad y el amor por su ciudad. Desde ese día, comenzó a escuchar a los ciudadanos y a hacer ajustes en su gobierno.

La ciudad de Caretolandia se iluminó nuevamente. Las fiestas organizadas por Fiesto se convirtieron en momentos alegres para todos, llenos de alegría y colaboraciones. Y Caretoli, aunque no perfecto, comenzó a aprender a actuar con justicia.

Así, Caretolandia se transformó en un lugar donde todos podían ser escuchados y donde la esperanza brillaba para siempre.

**Fin**

FIN.

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