El Camino a Casa



Había una vez en un bosque encantado, una serpiente muy especial llamada Plumas. A diferencia de las demás serpientes, ella tenía hermosas plumas de colores que brillaban con la luz del sol.

Todos en el bosque se maravillaban al verla pasar deslizándose elegantemente entre los árboles. Un día, mientras Plumas exploraba el bosque, escuchó un suave llanto proveniente de un claro.

Se acercó sigilosamente y descubrió a una niña pequeña y peculiar sentada en el suelo, con lágrimas en los ojos. La niña se llamaba Luna y tenía orejas puntiagudas y ojos del color de la luna llena. "¿Qué te pasa, pequeña Luna? ¿Por qué lloras?" -preguntó Plumas con voz suave.

Luna levantó la mirada sorprendida al ver a la serpiente emplumada frente a ella. Con voz temblorosa respondió: "Estoy perdida, no sé cómo regresar a mi casa". Plumas sintió compasión por la niña y decidió ayudarla.

Con cariño, le ofreció subirse sobre su espalda para llevarla de regreso a casa. Luna, aunque asustada al principio, aceptó la ayuda de Plumas y juntas emprendieron el camino de vuelta.

Durante el viaje, Luna le contó a Plumas que era diferente a los demás niños del pueblo y que muchas veces se sentía sola y incomprendida. Plumas escuchaba atentamente cada palabra de Luna y le dijo: "Ser diferente es lo que nos hace únicos y especiales.

No tengas miedo de mostrarte tal como eres". Conforme avanzaban por el bosque, se encontraron con diversos desafíos como ríos caudalosos y caminos bloqueados por troncos caídos. Sin embargo, juntas lograban superar cada obstáculo trabajando en equipo. Finalmente, llegaron al pueblo donde vivía Luna.

La niña bajó cuidadosamente de la espalda de Plumas y le dio las gracias con una sonrisa radiante en su rostro pecualiar. "Gracias por ayudarme a volver a casa, querida Plumas", dijo Luna emocionada.

Plumas asintió con cariño y agregó: "Recuerda siempre que la verdadera magia reside en aceptarnos tal como somos y en ayudar a quienes lo necesitan". Desde ese día, Luna visitaba regularmente a Plumas en el bosque encantado para compartir nuevas aventuras juntas.

Su amistad demostraba que la diferencia no era un obstáculo sino una oportunidad para aprender unos de otros y crecer juntos en armonía.

Y así fue como la serpiente emplumada y la niña peculiar demostraron al mundo que la verdadera magia está en aceptar nuestras diferencias con amor y comprensión.

FIN.

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