El camino a casa



Había una vez en República Dominicana, un perro callejero llamado Chispa. Chispa era un perro muy travieso y curioso que siempre estaba buscando aventuras por las calles de su barrio.

Un día, mientras exploraba un mercado local, Chispa se separó de sus amigos perrunos y se dio cuenta de que estaba perdido. Comenzó a buscar desesperadamente el camino de regreso a casa, pero todo le parecía desconocido y confuso.

"¡Ay, qué voy a hacer! ¡Estoy tan perdido!" -se lamentaba Chispa mientras olfateaba por todos lados en busca de alguna pista. De repente, escuchó unos ladridos familiares a lo lejos. Siguió el sonido y encontró a una perrita llamada Luna que también se había perdido.

"Hola Luna, soy Chispa. ¿Tú también estás perdida?" -preguntó preocupado. "Sí, Chispa. Estoy tan asustada. No sé cómo volver a casa" -respondió Luna con tristeza.

Chispa recordó lo valiente que solía ser su mamá cuando él era cachorro y decidió tomar la situación en sus patas para ayudar a Luna a encontrar el camino de vuelta a casa. "No te preocupes Luna, juntos podemos lograrlo.

Vamos a preguntarle a los animales del bosque si conocen el camino" -dijo Chispa con determinación. Así fue como Chispa y Luna emprendieron su aventura por el bosque tropical de República Dominicana en busca de ayuda.

Encontraron un mapache amistoso llamado Rocky que les ofreció orientación sobre cómo regresar al pueblo. "Siguen recto por este sendero y luego giran a la izquierda en el gran árbol centenario. Ese camino los llevará de regreso al mercado" -explicó Rocky con amabilidad.

Chispa y Luna siguieron las indicaciones de Rocky y finalmente llegaron al mercado donde habían estado jugando antes de perderse. Allí fueron recibidos con alegría por sus amigos perrunos que los habían estado buscando angustiados.

"¡Chispa! ¡Luna! ¡Qué alegría verlos sanos y salvos!" -exclamaron sus amigos mientras los rodeaban con muestras de cariño. Chispa aprendió una importante lección ese día: nunca debía aventurarse demasiado lejos sin tener cuidado porque podía perderse fácilmente.

También descubrió lo valioso que era contar con amigos solidarios como Luna en momentos difíciles. Desde entonces, Chispa se convirtió en un guía experto para los perros más jóvenes del barrio, enseñándoles la importancia de mantenerse seguros y unidos en todo momento.

Y así, entre juegos y travesuras cotidianas, la vida siguió siendo emocionante para Chispa en las coloridas calles de República Dominicana.

FIN.

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