El camino a la selección


Felipe era un niño apasionado por el fútbol. Desde muy pequeño, siempre había soñado con ser jugador profesional y jugar en los estadios más grandes del mundo.

Por eso, cuando se enteró de que en el club central San Carlos había una escuela de fútbol para niños como él, no dudó ni un segundo en ir a probarse. El día de la prueba llegó temprano al campo.

Allí se encontró con otros chicos que también querían formar parte del equipo. Todos estaban nerviosos y ansiosos por demostrar sus habilidades con el balón. - ¡Hola! ¿Tú también vienes a probar? -preguntó Felipe a un chico rubio que estaba sentado junto a él.

- Sí, me llamo Tomás -respondió el otro chico sonriendo-. Y tú, ¿cómo te llamas? - Me llamo Felipe -dijo él sonriendo también-. ¿Jugás muy bien al fútbol? - Bueno, más o menos -contestó Tomás encogiéndose de hombros-.

Pero creo que lo importante es divertirse jugando. Felipe asintió pensativo. Él siempre había creído que lo más importante era ganar y destacarse por encima de los demás.

Pero quizá Tomás tenía razón: lo importante era disfrutar del juego y hacer amigos en el camino. Cuando llegó su turno de demostrar sus habilidades con la pelota, Felipe se concentró al máximo. Corrió rápido hacia ella y la hizo rodar con precisión entre los conos que habían colocado en el campo.

Luego hizo varios pases cortos y largos hasta llegar al arco rival. - ¡Muy bien, Felipe! -gritó el entrenador del equipo-. ¡Eso es lo que buscamos en un jugador! Felipe sonrió con orgullo.

Había demostrado sus habilidades y estaba seguro de haber impresionado al entrenador. Pero cuando miró a su alrededor, se dio cuenta de que muchos otros chicos también habían hecho una buena prueba.

- Bueno, chicos, ha sido una gran prueba para todos -dijo el entrenador al final-. Mañana publicaremos la lista de los seleccionados para el equipo. ¡Mucha suerte a todos! Felipe regresó a casa con la cabeza llena de pensamientos.

Sabía que había hecho una buena prueba, pero también sabía que había muchos otros chicos buenos en el campo. ¿Cómo iba a saber si él era uno de los elegidos? Al día siguiente, corrió hacia el club central San Carlos tan pronto como pudo.

Allí estaba el entrenador con una hoja en la mano. - Buenos días, chicos -dijo él sonriendo-. Quiero felicitarlos a todos por haber hecho una gran prueba ayer.

Como verán aquí en esta lista, hemos seleccionado a doce jugadores para formar parte del equipo. Felipe contuvo la respiración mientras escuchaba los nombres que iban saliendo de la boca del entrenador. Cuando llegó al final y no había oído su nombre todavía, sintió un nudo en la garganta. - Y por último...

Felipe González. ¡Había sido seleccionado! Felipe saltó de alegría y abrazó fuerte a Tomás y a los demás chicos que estaban junto a él. - Lo logramos -dijo Tomás emocionado-. Ahora a entrenar duro para ser los mejores.

Desde ese día, Felipe se convirtió en un jugador destacado del equipo del club central San Carlos.

Pero lo más importante no era el hecho de haber sido seleccionado, sino el haber aprendido la importancia de disfrutar del juego y hacer amigos en el camino. Ahora sabía que eso era lo que realmente le haría feliz al jugar al fútbol.

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