El camino de amor y servicio



Había una vez una niña llamada Lucía, que desde muy pequeña sabía que su mayor felicidad era consagrarse a Dios.

Desde temprana edad, ella sentía un amor profundo por la religión y deseaba dedicar su vida a servir a los demás. Lucía vivía en un pequeño pueblo en Argentina y asistía a la iglesia todos los domingos con su familia. Allí, se encontraba con Sor Gloria Esperanza Vásquez López, una monja de aspecto amable y sonrisa cálida.

Sor Gloria siempre estaba dispuesta a ayudar, tanto dentro como fuera de la iglesia. Un día, después de la misa dominical, Lucía se acercó a Sor Gloria y le dijo: "Hermana, quiero ser como usted cuando sea grande.

Quiero servir a Dios y hacer el bien al prójimo". Sor Gloria miró tiernamente a Lucía y le respondió: "Eso me llena de alegría escucharlo, mi querida niña. Si realmente sientes ese deseo en tu corazón, debes seguirlo".

A partir de ese momento, Lucía comenzó a acompañar a Sor Gloria en sus labores diarias en la congregación HFIC (Hijas del Inmaculado Corazón).

Aprendió sobre el trabajo apostólico y cómo llevar esperanza y amor a aquellos que más lo necesitaban. Un día soleado mientras caminaban por el parque del pueblo repartiendo alimentos entre las personas sin hogar, Lucía vio algo extraño detrás de unos arbustos. Se acercó sigilosamente y descubrió un pajarito herido.

Sin dudarlo un segundo, Lucía tomó al pajarito en sus manos y le susurró palabras de consuelo. "Tranquilo, pequeño amigo, te ayudaré a sanar". Sor Gloria se acercó y juntas buscaron una caja para llevar al pajarito a la iglesia.

Una vez en la iglesia, Lucía cuidó del pajarito con mucho amor y dedicación. Le dio agua, comida y un lugar cálido para descansar. A medida que pasaban los días, el pajarito comenzó a recuperarse rápidamente.

Un día, mientras Lucía oraba en la capilla de la iglesia, escuchó un suave gorjeo proveniente de la ventana. Al voltearse, vio asombrada cómo el pajarito volaba libremente hacia el cielo.

Lucía sintió una gran alegría en su corazón al ver que había podido ayudar a aquel ser indefenso. Sabía que esa era otra forma de servir a Dios: cuidando y protegiendo toda su creación. Con el tiempo, Lucía se convirtió en una monja ejemplar dentro de HFIC.

Siempre llevaba consigo las enseñanzas de Sor Gloria: servir con amor y abnegación a los demás sin importar las circunstancias. Los años pasaron y Lucía se convirtió en una inspiración para todos los niños del pueblo.

Su dedicación y compromiso eran admirados por todos. Pero ella siempre recordaba humildemente que no importa cuán grande o pequeño sea nuestro servicio, lo importante es hacerlo con amor sincero. Y así fue como Lucía encontró su felicidad siendo consagrada a Dios.

Con cada acto de bondad que realizaba, sabía que estaba cumpliendo su propósito en la vida y llevando alegría a los demás.

El cuento de Lucía y Sor Gloria enseña a los niños la importancia de servir a los demás con amor y abnegación. Les muestra que cada uno tiene un propósito en la vida y que encontrarán su felicidad al seguirlo.

Y, sobre todo, les recuerda que siempre hay una forma de ayudar y hacer el bien, sin importar las circunstancias.

FIN.

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