El camino de la amistad
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un burrito llamado Pancho y una oveja llamada Lola. Ambos eran los mejores amigos y siempre estaban juntos.
Todos los días, sus amos los llevaban al campo para pastorear y disfrutar del aire fresco. Un día soleado, Pancho y Lola salieron con sus amos como de costumbre, pero mientras pastoreaban las ovejas, se distrajeron jugando cerca de un arroyo.
Sin darse cuenta, se alejaron demasiado del grupo y cuando levantaron la mirada, ¡se habían perdido! -¡Oh no! ¿Dónde estamos? -dijo Pancho preocupado. -Lola, ¿cómo vamos a volver a casa? -preguntó el burrito temblando.
Lola intentó mantener la calma y recordar lo que había aprendido sobre orientación en el campo. Observó atentamente el sol y notó que estaba descendiendo hacia el oeste. -Pancho, debemos ir hacia el este porque nuestro hogar está al otro lado del pueblo -dijo Lola convencida.
Y así comenzaron su aventura para encontrar el camino de regreso a casa. Caminaron por prados verdes llenos de flores silvestres y atravesaron bosques frondosos donde cantaban los pájaros. Aunque tenían miedo de estar perdidos, también disfrutaban descubriendo nuevos lugares juntos.
Después de caminar durante horas sin saber exactamente dónde estaban, se encontraron con una viejita muy amable sentada bajo un árbol. -Disculpe señora -dijo Pancho tímidamente-, estamos perdidos y no sabemos cómo volver a nuestro pueblo.
La viejita sonrió y dijo: -No se preocupen, queridos animales. Yo conozco muy bien este lugar y puedo ayudarlos. Su pueblo está al otro lado de la montaña, pero hay un camino secreto que los llevará directamente a casa.
Pancho y Lola se emocionaron al escuchar esto y siguieron a la viejita por el sendero oculto. Caminaron cuesta arriba, cuesta abajo y atravesaron un río hasta llegar a un hermoso prado lleno de margaritas. -¡Miren! ¡Estamos en casa! -exclamó Pancho emocionado.
-¡Gracias, señora! ¡No sabemos cómo podríamos haberlo logrado sin usted! -dijo Lola felizmente. La viejita sonrió una vez más y les dijo: -Nunca olviden que cuando están perdidos, siempre pueden pedir ayuda.
La amabilidad de los demás puede ser su brújula para encontrar el camino correcto. Pancho y Lola aprendieron una valiosa lección ese día. Aunque se habían separado de sus amos, encontraron fuerza en su amistad y en la bondad de los demás.
Ahora sabían que siempre podían contar con alguien cuando necesitaban ayuda. Desde aquel día, Pancho y Lola no solo pastoreaban ovejas en el campo, sino que también se aseguraban de ayudar a otros animales perdidos a encontrar su camino de regreso a casa.
Juntos demostraron que incluso los más pequeños pueden hacer grandes cosas cuando trabajan juntos. Y así termina nuestra historia del burrito Pancho y la oveja Lola, dos amigos inseparables que aprendieron a confiar en sí mismos y en los demás.
¿Quién sabe qué aventuras les esperan en el futuro? Pero una cosa es segura, siempre tendrán un hogar al cual regresar, lleno de amor y amistad.
FIN.