El camino de la montaña



Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, dos amigos llamados Juan y Marita. Les encantaba explorar los alrededores de su hogar y descubrir nuevos lugares emocionantes.

Un día, decidieron aventurarse a subir una montaña que se encontraba cerca del pueblo. Ambos estaban muy emocionados por la expedición y se prepararon con todo lo necesario: agua, comida, linternas y abrigos para la noche.

Comenzaron a caminar temprano por la mañana, siguiendo el sendero marcado hacia la cima de la montaña. El paisaje era hermoso y lleno de vida. Escuchaban el canto de los pájaros y veían animales curiosos mientras avanzaban lentamente hacia arriba.

Pero a medida que pasaba el tiempo, el sol comenzó a ponerse y las sombras cubrieron el camino. Juan miró su reloj y se dio cuenta de que ya era tarde. "Marita, creo que nos hemos perdido", dijo nervioso. Marita también estaba preocupada pero trató de mantener la calma.

"No te preocupes Juan, solo tenemos que encontrar un lugar seguro para pasar la noche y mañana podremos encontrar nuestro camino de regreso". Ambos buscaron un lugar adecuado para acampar en medio de la oscuridad creciente.

Encendieron sus linternas y construyeron una pequeña fogata para mantenerse calientes durante la noche. Sentados junto al fuego, comenzaron a reflexionar sobre lo ocurrido. "Quizás deberíamos haber sido más cuidadosos", dijo Juan con tristeza. Marita asintió pero luego sonrió con determinación.

"Puede que nos hayamos perdido, pero eso no significa que debamos rendirnos. Mañana encontraremos nuestro camino de regreso y aprenderemos una valiosa lección". Con esa mentalidad positiva, los dos amigos se acurrucaron cerca del fuego y trataron de descansar.

A la mañana siguiente, el sol iluminó el paisaje y Juan y Marita se levantaron temprano con renovada esperanza. Decidieron seguir subiendo la montaña en busca del sendero correcto.

Después de un tiempo, vieron a lo lejos una pequeña cabaña. Corrieron hacia ella con alegría y encontraron a un amable anciano que vivía allí. El anciano les dijo que estaban muy lejos del camino original pero les indicó cómo regresar al pueblo.

Juan y Marita agradecieron al anciano por su ayuda e hicieron el largo viaje de regreso al pueblo. Durante ese tiempo, hablaron sobre lo ocurrido y las lecciones que habían aprendido. "Nunca debemos subestimar los desafíos", dijo Juan reflexivamente.

Marita asintió mientras caminaban juntos hacia su hogar. "Y siempre debemos mantener una actitud positiva frente a las dificultades, porque incluso cuando nos perdemos, podemos encontrar nuestro camino de vuelta".

Desde ese día en adelante, Juan y Marita siguieron explorando nuevos lugares pero siempre recordando la importancia de estar preparados y tener una actitud positiva ante cualquier situación difícil que pudiera presentarse en su camino. Y así, cada aventura se convirtió en una oportunidad para crecer más fuertes juntos.

FIN.

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