El camino de la redención
Había una vez en la ciudad de Buenos Aires, tres rateros llamados Tito, Pepe y Nacho.
Estos tres amigos habían tenido una vida llena de travesuras y malas decisiones, pero después de pasar un tiempo en la cárcel, se dieron cuenta de que necesitaban cambiar. Decidieron dejar atrás su pasado delictivo y buscar una forma honesta de ganarse la vida.
Pero como siempre dicen: "El diablo no duerme", y esa misma noche se encontraron con una tentación difícil de resistir. Paseando por las calles oscuras del barrio más adinerado, vieron estacionada una camioneta llena de dinero sin ningún tipo de seguridad.
Tito miró a sus compañeros y les dijo: "Chicos, sé que estamos tratando de ser mejores personas, pero ¿qué tal si nos llevamos ese dinero? Sería nuestra última gran hazaña antes de convertirnos en personas decentes". Pepe y Nacho se miraron el uno al otro con caras llenas de duda.
Sabían que hacerlo sería volver a caer en sus viejos hábitos y perder todo lo que habían construido para cambiar. Pero la codicia era fuerte y la tentación aún más grande. Antes de que pudieran decidirse, algo misterioso ocurrió.
Un grupo de ángeles guardianes apareció frente a ellos en forma humana. Eran tres hermosos seres luminosos vestidos con túnicas blancas. "¿Qué están pensando hacer?", preguntó el ángel líder con voz dulce pero firme.
Los rateros quedaron atónitos ante esta inesperada aparición celestial. No podían creer lo que estaban viendo. "Nosotros... estábamos pensando en llevarnos ese dinero", balbuceó Tito sin poder creer lo que estaba diciendo.
El ángel líder suspiró y dijo: "Hemos estado observándolos desde el cielo y vimos cómo lucharon por cambiar. Pero ahora están a punto de tomar una decisión equivocada". "Pero, ¿quién se va a dar cuenta si nos llevamos el dinero?", preguntó Pepe tratando de justificar su tentación.
El ángel sonrió sabiamente y respondió: "No es cuestión de quién se dará cuenta o no. Se trata de ustedes mismos y la persona en la que quieren convertirse. Las acciones tienen consecuencias, incluso cuando nadie más las ve".
Los rateros comenzaron a reflexionar sobre las palabras del ángel. Sabían que tenía razón. No querían volver a ser conocidos como ladrones, sino como personas honradas y respetables. Finalmente, Nacho tomó la palabra: "Tienes razón, señor ángel.
Hemos trabajado duro para cambiar nuestras vidas y no podemos permitirnos retroceder ahora". Los otros dos asintieron con determinación mientras los ángeles sonreían orgullosos. "Estamos muy orgullosos de ustedes", dijo el ángel líder mientras desaparecía junto con sus compañeros.
Tito, Pepe y Nacho miraron hacia la camioneta llena de dinero por última vez antes de alejarse rápidamente del lugar. Decidieron seguir adelante con su nuevo camino y trabajar duro para ganarse la vida honestamente.
Con el tiempo, los tres amigos lograron encontrar empleo y se convirtieron en personas respetadas en su comunidad. Ayudaron a otros jóvenes a evitar el camino de la delincuencia y compartieron su historia de redención.
Aprendieron que aunque las tentaciones puedan ser fuertes, siempre tenemos la capacidad de elegir lo correcto. Y gracias a los ángeles que los guiaron, Tito, Pepe y Nacho encontraron un nuevo propósito en sus vidas, demostrando que todos merecen una segunda oportunidad para cambiar y crecer.
FIN.