El camino de los aciertos



Había una vez un niño llamado Pedrito que vivía en un pequeño pueblo en las afueras de la ciudad.

Todos los días, Pedrito se levantaba temprano, se ponía su mochila y caminaba kilómetros hasta la escuela con una sonrisa en el rostro. Un día, como de costumbre, Pedrito se levantó, desayunó rápido y emprendió su camino hacia la escuela. Caminó y caminó bajo el sol ardiente, saludando a los vecinos que encontraba en su camino.

Después de un largo trecho, finalmente llegó a la escuela. Pero algo extraño pasaba... Estaba todo cerrado y no había ni un solo niño por allí. Pedrito se quedó parado frente a la puerta sin entender qué estaba pasando.

Fue entonces cuando miró su reloj y vio que era domingo. ¡Se había olvidado por completo de que ese día no había clases! Se sintió tan avergonzado que no sabía qué hacer.

"¡Ay, qué despistado soy!", pensaba para sus adentros. Decidió regresar a casa antes de que alguien lo viera plantado frente a la escuela en un día libre. Mientras caminaba de vuelta, se sentía decepcionado consigo mismo por no haberse dado cuenta antes.

Pero entonces recordó algo importante: todos cometemos errores y lo más importante es aprender de ellos. Al llegar a casa, Pedrito le contó a su mamá lo que le había pasado.

Ella solo pudo reírse cariñosamente y consolarlo diciendo: "Tranquilo Pedrito, todos nos equivocamos alguna vez. Lo importante es no desanimarse y seguir adelante". Desde ese día, Pedrito aprendió a revisar su calendario antes de salir de casa y nunca más volvió a confundirse con los días escolares.

Además, entendió que cometer errores es parte del aprendizaje y que lo fundamental es saber rectificar y seguir adelante con una actitud positiva.

Y así, Pedrito siguió creciendo feliz e inspirando a otros con su historia de cómo un despiste puede convertirse en una lección valiosa para toda la vida.

FIN.

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